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Foz

Gallego, marítimo y bello

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La antigüedad vive en Foz, en el mar que baña sus arenales cantábricos, testigo de la histórica villa marinera que abarca. El prerrománico envuelve el patrimonio en una de las catedrales más antiguas de España, la Basílica de San Martiño. Foz ha vivido muchos años, los siglos la han visto crecer cazando ballenas, pescando en los barcos lucenses del puerto o cobijando a la nobleza gallega, en uno de los pazos más excéntricos del norte de España: el Castro de Fazouro. Ahora el tiempo le ha legado el ser una preciosa villa con olor a salitre, que cada año los turistas recorren su litoral sorteado por los acantilados y por las nueve playas de blancos y finos arenales que la bordean, como A Rapadoira, Peizás, Pampillosa o Arealonga.

El entorno natural que la flanquea, le entrega también parte de su pasado. Cerca de la Frouxeirá, una bella montaña de Foz, el senderismo se convierte en experiencia, y aquel que opte por la montaña en vez de por el Cantábrico, hallará muy cerca la Fortaleza del Mariscal Pardo de Cela. Un antiguo asentamiento arqueológico con las mejores vistas de la villa.

Foz es un remanso de paz, acto para visitantes que quieran disfrutar de la gastronomía gallega, de la tradición pesquera o de la belleza del cantábrico.