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Gallegos de Altamiros

Autopistas de arrieros y ganados

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Municipio de unos 70 habitantes que incluye los anejos de Gallegos y Altamiros, junto a la carretera AV-P-613 y cerca de la AV110. Dista de Ávila 23,3 km.

Aunque de tamaño modesto, siempre fue punto de confluencia entre autopistas. Autopistas del ganado: en su termino se cruzan dos cañadas reales, soriana occidental y leonesa occidental, y por tanto no solo es municipio ganadero por oficio sino como hito de la trashumancia. Junto a ese punto de confluencia entre cañadas se emplaza uno de los edificios más interesantes de la zona: la Venta del Hambre, del siglo XIX y activa hasta hace pocos años.

Se enclava en las estribaciones septentrionales de la sierra de Ávila, cerca de los paisajes de transición hacia La Moraña. Es un terreno accidentado y agreste, de pastizal y berrocales de granito. Esos grandes bloques, cuarteados por la erosión hasta formar esculturas naturales como las piedras caballeras, son característicos del paisaje que rodea Ávila.

Al parecer eran venerados por los antiguos vetones, la tribu céltica que domina estas tierras hasta que irrumpe Roma. Los restos de uno de los castros emblemáticos de su cultura, el de Mesa de Miranda, están a unos pocos kilómetros, junto a Chamartín. No fue solo vetón, los arqueólogos han demostrado que tuvo un origen muy anterior como hogar de cazadores, recolectores y ganaderos.

El municipio conserva bastantes ejemplos de arquitectura popular recia, de sillarejo o sillar de granito, en corrales, cobertizos, cercas, casitas y casonas, además de los clásicos potros de herrar y dos notables templos religiosos. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, alejada de las poblaciones (una peculiaridad que se repite en otros grupos de aldeas serranas), y la ermita de Nuestra Señora de Rihondo, de estilo herreriano que por tamaño y patrimonio merecería ser considerada iglesia. También está perdida en mitad del campo y curiosamente más cerca del pueblo de Chamartín que de Gallegos de Altamira.