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Luyego

Regalos del Teleno, monte sagrado de los Astures

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Este precioso municipio tiene sus tierras divididas en dos: la Valduerna y la Maragatería. El río Duerna, afluente del Órbigo, fue durante siglos una auténtica meca para los buscadores de oro. Astures (la tribu de los Orníacos) y después el Imperio Romano, dedicaron siglos a extraer el dorado metal de su cuenca. Se encuentran restos de minería romana en Luyego de Somoza (Fucochico) y también en Priaranza de la Valduerna y Tabuyo del Monte (Cuevas del Moro).

La comarca, a los pies del Teleno, era observada desde lo alto por este monte sagrado de los Astures. Hoy, descubrir sus paisajes es una delicia. En las faldas del monte se halla el gran pinar de Tabuyo. En el valle del Duerna, prados y chopos alrededor de sus tierras de cultivo. Las más elevadas y secas, dedicadas al centeno. Los robles acompañan en los valles, también con una importante presencia de monte bajo de urz. En las orillas del río Peces, presencia de encinas.

La victoria cristiana de la reconquista dejó el territorio de la Maragatería muy despoblado. Con el paso del tiempo, grupos provenientes del Bierzo y de Galicia llegaron a sus tierras. La necesidad de llevar alimento a sus habitantes propició la aparición de algunas rutas permanentes de abastecimiento desde el norte para traer pescado y salazón. Los arrieros, habitantes transportistas de la comarca, consolidaron las rutas que se extendieron hasta Madrid. La aparición del ferrocarril dio fin a esta actividad que marcó el espíritu aventurero de sus moradores. Tal es así que algunos emigraron a América, y a su regreso, trajeron proyectos de casas coloniales que contrastan con las edificaciones tradicionales de piedra.

La iglesia parroquial de Luyego es de tres naves con bóvedas de arista. Su capilla mayor del siglo XVI y reformada en el XVIII tiene bóveda de crucería estrellada. En su interior se encuentra un bello retablo del XVI.

Artesanía, productos locales como la miel, frutas, verduras, setas y el excelente cordero hacen la visita a Luyego un deleite para los cinco sentidos.

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