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Olula de Castro

El sencillo encanto de los pequeños rincones blancos

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Olula de Castro no destaca por ningún monumento espectacular. Su gran baza es el sencillo encanto de los pequeños rincones que el visitante va descubriendo, con agradables sorpresas, a la vuelta de cualquiera de sus calles empinadas, estrechas, encuadradas por paredes blancas permanentemente engalanadas con macetas de flores. ¿Los mejores cicerones? Los propios vecinos del pueblo. Y para los más aventureros, la Rambla de Verdelecho, que discurre paralela a la carretera, hasta la misma localidad, y permite disfrutar de barrancos, cárcavas, meandros, minas abandonadas y requiebros varios hasta salir a la Carretera Nacional 340.

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