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Palencia

Pura energía contenida en muros, arcos y jardines

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Palencia es una ciudad en la que la velocidad no se mide en metros por segundo, sino en horas. Palencia es un paraíso para los paseantes, llena de parques, jardines, senderos y estatuas. Un lugar donde la energía del pasado, de las monjas, de los monjes, de la quietud de la oración y la contemplación, ha quedado en muros y arcos, en calles cuya tranquilidad solo se rompe en las fiestas de San Antolín y en la Feria Chica o durante la romería de Santo Toribio para cantar el bautizo del Niño. La vida en Palencia discurre por la calle Mayor, peatonal y cubierta en sus tres cuartas partes por soportales. A la mesa se sienta uno despacio, para contemplar y degustar la menestra palentina, con horas de cocina trabajada, con orden y método, donde el tiempo no cuenta. Palencia posee un largo rosario de iglesias y conventos. La catedral de Palencia (siglos XIV-XVI), cada vez menos desconocida, esconde auténticos tesoros. En la iglesia de San Miguel (siglo XIII) cuenta la leyenda que se celebró la boda del Cid con Doña Jimena y el Monasterio de las Claras alberga un cristo yacente de un impresionante realismo. Al otro lado del río Carrión, que baña la capital, pasa el mítico Canal de Castilla. Junto a él se puede visitar el Museo del Agua.

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