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Peñafiel

Espiritualidad castellana entre queso y buen vino

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Peñafiel bien merece una celebración con una copa de vino de la Ribera del Duero y una tapa de queso de Esgueva. Incluso merece que nos juguemos el tipo en los encierros y capeas de la impresionante Plaza del Coso durante las Fiestas de Nuestra Señora y San Roque. La muralla que abraza la localidad de Peñafiel, amarrándola a su famoso castillo, protege su casco urbano, considerado Conjunto Histórico-Artístico. Es aquí donde los ángeles bajan del cielo el Domingo de Resurrección y donde el Convento de Santa Clara cobija un milagro de la arquitectura barroca, el magnífico Arco de las Tapias.

En las calles de Peñafiel se respira la espiritualidad emanada de la Iglesia de San Miguel de Reoyo, de la Iglesia de Santa María de Mediavilla, ejemplo de transición del románico al gótico, y del Convento de San Pablo, lugar de descanso eterno del célebre escritor Don Juan Manuel. Es este un territorio de vendimiadores vallisoletanos que exhiben sus tradiciones en el Museo Casa Ribera, mientras la Torre del Reloj marca las horas puntualmente, vigilando el castillo y sus perfiles de navío anclado en las tradiciones castellanas. La popa de este metafórico barco señala el futuro y su proa nos rememora el pasado de bravos guerreros, descendientes de los celtas, que lucharon con todo a su alcance por defender a estas tierras.

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