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Roquetas de Mar

Moraga histórica y pesquera

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Si pudiéramos echar un vistazo a Roquetas de Mar desde el cielo, contemplaríamos dos mares, uno de agua y otro de invernaderos. Pero una vez plantásemos los pies sobre la tierra y empezásemos a caminar por el municipio almeriense, descubriríamos que es más que agricultura intensiva y turismo. Lo comprobamos en cuanto caminamos por su puerto y posamos la vista en su faro y su Castillo, llamado de Santa Ana o Las Roquetas, o ya nos adentramos en el casco urbano para encontrarnos con la parroquia de Nuestra Señora del Rosario en la Plaza de la Constitución. Tiene pasado fenicio, griego, romano, árabe y fue en el siglo XVIII cuando cobró entidad y resistió las incursiones e invasiones, además de sobrevivir a los terremotos acaecidos en la zona. También tiene un tradición taurina de la que se puede descubrir más en su plaza y su Museo Taurino.

Los roqueteros también cuentan con una fiesta singular, el día de Moragas, muy similar a la noche de San Juan pero donde en las hogueras de la playa son la excusa para degustar un buen pescado asado frente al mar y de esto saben mucho en la zona aledaña al puerto, en la avenida de Antonio Machado. Y es que su línea de costa tiene mucho que ofrecer. De camino a las aguas de la localidad de Aguadulce, nos podemos mojar los pies en Los Bajos y La Ventilla, hacer las delicias de los más pequeños en el parque acuático Mario Park o el acuario y seguir descubriendo la historia de Roquetas gracias al yacimiento arqueológico de la Algaida, Bien de Interés Cultural. Al sur, junto a las Salinas del Cerrillo, la naturaleza reclama nuestra atención en el Parque Natural Protegido de Punta Entinas-Sabinar.