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Toledo

Arte y magia del callejeo

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Toledo es accesible sin necesidad de que seamos un portento físico. Para llegar hasta el punto más alto de la bellísima capital castellano-manchega no hace falta caminar por sus recoletas y empinadas calles; existe otro método mucho más cómodo, una cadena de escaleras mecánicas que facilitarán sobremanera la tarea. Una u otra opción dependerán del entusiasmo y las energías disponibles. A pie, una atmósfera de historia e imponentes monumentos salen al paso del despreocupado paseante. La majestuosa catedral de Santa María, el Hospital de San Juan Bautista o de Tavera, el Alcázar, la mezquita del Cristo de la Luz, la sinagoga de Santa María la Blanca, el Museo del Greco o la iglesia de Santo Tomé, para la que el genial pintor realizó 'El entierro del conde de Orgaz', son referencias indispensable en el callejeo turístico por la ciudad imperial.
Si el ascenso es por medio de escaleras mecánicas, nos espera igualmente un 'in crescendo' de belleza, con los parques, el paseo de Marchán o Vega y la muralla como inigualables telones de fondo. Porque realmente hay muchas maneras de conocer Toledo: caminando, subiendo en el pequeño tren que la recorre o leyendo sobre ella. Pero el paseante nunca terminará de conocerla sin saber sus leyendas y sus fábulas. Son muchas y muy ricas. Los habitantes las conocen y también los guías de los distintos monumentos. La huella de árabes, cristianos y judíos impregna todavía la fisonomía de la ciudad y enriquece cada uno de sus rincones. Como guinda del recorrido, nada mejor que ascender hasta el Parador de Turismo, que nos ofrecerá unas maravillosas vistas del río Tajo y del monumental conjunto arquitectónico que nos ofrece la ciudad.

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