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Torregrossa

El sabor de las cosas antiguas

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La extensa huerta del Pla d'Urgell acompaña el viajero en su llegada a Torregrossa. Por los cuatro costados se abren campos de cereales y frutales ofreciendo un escenario de agricultura de primer orden. La floración de manzanos, perales y melocotoneros nos propone un espectáculo que merece una peregrinación. En medio de esta cuadrícula cultivada, Torregrossa espera paciente al visitante con su doble personalidad, la del núcleo antiguo y la del agitado ensanche.

El casco antiguo conserva la trama de callejones irregulares que dibuja un escenario con aires medievales en torno a la Iglesia de Santa María. El templo se abre altivo con una fachada renacentista de una austeridad elegante. El paseo por el sinuoso centro ofrece también los restos del antiguo castillo. Las calles estrechas de Torregrossa ofrecen el sabor de las cosas antiguas bien conservadas. Entrar en sus comercios y sentarse en la Plaza Jesús Sansa permiten al visitante reencontrarse con la complicidad humana más proxima. Reflejo de este amor por lo propio son las colecciones de utensilios del campo y la vida rural de Sebastià Macià y Llorenç Peiró. Fuera del casco urbano, en el cruce entre las carreteras de Lleida y Tarragona, se conserva el campanario majestuoso de Margalef, con una espadaña espectacular.

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