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Zamora

Joya de la corona del románico español

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Encaramarse a lo más alto de una de las torres del Castillo de Zamora es la más genuina forma de contemplar esta ciudad, joya de la corona del románico español con su catedral como protagonista absoluta. Las murallas del municipio albergan relucientes calles peatonales por las que, en Semana Santa, procesionan solemnes imágenes de vírgenes y santos acompañadas por el retumbar de tambores y emotivas saetas. Su Plaza Mayor es uno de los mejores escenario de la ciudad. De un solo vistazo nos permitirá admirar todo un ramillete de los mejores tesoros arquitectónicos de Zamora. Como por ejemplo, la Casa del Cid, donde según afirman se crió el conquistador. Como la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, donde yace la figura del padre de la iglesia latina. O como el Palacio de los Momos y la Iglesia de Santa María de la Magdalena. Zamora inaugura la temporada estival decorando sus calles con las obras de los mejores alfareros del mundo y perfumándolas con el apetitoso aroma a ajo que desprenden las fiestas más antiguas de España, las de San Pedro. Más allá de sus murallas, Zamora cobija un parque rebosante de pinares piñoneros en el que los pájaros carpinteros habitan con tranquilidad. Si nos sentamos en una de las terrazas del Mercado de Abastos, déjemonos llevar por el color de las frutas, por el olor del pan y por el alboroto de los comerciantes para que retrato de Zamora quede completo.

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