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El centro histórico era el auténtico corazón de la ciudad a principios y mediados del siglo pasado. En este entorno se pueden observar edificios como la casa de la Vall, la iglesia de Sant Esteve, las casas Guillemó, Molines y Cintet, y un antiguo calabozo subterráneo.

Las callejuelas y plazas que cruzan el centro están llenas de un encanto que recuerda a épocas pretéritas. Asimismo, ha sabido conservar sus pequeños comercios familiares especializados. Un pequeño pueblo inmerso en la gran ciudad.

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