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En el lugar conocido como la torre de Celles, situado a 268 m de altitud y rodeado de praderías, se levanta uno de los mejores ejemplos de estilo barroco en la arquitectura civil de la provincia. Aún es visible el núcleo original del palacio, un añadido del siglo XVI a una torre bajomedieval. Tanto la calidad de los materiales como el exquisito cuidado por el detalle se relacionan con un contexto urbano más que con el rural donde está situado. En 1673, Pedro Argüelles de Celles, deán de la catedral de Santiago, decide transformar el palacio, recurriendo para ello al arquitecto montañés Diego González de Gajano.
Su monumental fachada ha sido realizada en sillar delicadamente tallado. La planta inferior está casi desnuda de decoración, a diferencia de la primera, exceptuando la portada, a cuyos lados lucen dos esbeltas columnas entorchadas. El interior del inmueble se estructura en torno a un patio porticado con esbeltas columnas.