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Toro

Tierra de vinos, arte mudéjar y palacios

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A 30 kilómetros de Zamora, a 60 de Valladolid y a otros 70 de Salamanca, su propia ubicación en el mapa hace de Toro un destino de lo más apetecible en la comunidad de Castilla-León. El río Duero alcanza en algunos puntos los 6 kilómetros de ancho a su paso por el valle, dando lugar a unas fértiles huertas y regadíos. Toda la vega es muy generosa en viñedos que producen un excelente vino reconocido con su propia denominación de origen y que se ha convertido en un baluarte de la economía de este municipio. Este espectacular paisaje lo podemos contemplar desde las torres del Alcázar, reconvertido ahora en Centro de Recepción de Visitantes. Como sus vinos, Toro es una ciudad amable y con solera. Podemos tapear cerca de la Colegiata, inspirada en la Catedral de Zamora, y cursar un máster rápido en arte mudéjar paseando entre iglesias como la de San Lorenzo el Real, San Salvador de los Caballeros, la Iglesia del Santo Sepulcro, la Ermita de Nuestra Señora de la Vega o la Iglesia de San Pedro del Olmo. Sus numerosos palacios son otro de los grandes atractivos de Toro, todos con escudos heráldicos tallados en pieda y artesanía de hierro en las ventanas. El Palacio de las Leyes, el de Valparaíso, el de las Bolas, la Casa de la Nunciatura y el Palacio de los Condes de Requena, entre otros, son magníficos ejemplos que nos harán viajar con la imaginación a épocas pretéritas de condes, duques y reyes.

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