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Un vecino de Laza, ajeno al azote del peliqueiro.

El Entroido gallego: Xinzo de Limia, Verín y Laza

El placer del miedo

Actualizado: 02/02/2017

Aquí no vale ver los toros desde la barrera. Si durante la época de los carnavales estás en Galicia ya no tienes escapatoria. En medio de un indescriptible caos y alboroto, tendrás que poner pies en polvorosa mientras te acechan la Pantalla en Xinzo de Limia, el Cigarrón en Verín y el Peliqueiro en Laza. ¿Estás preparado para el Entroido gallego?

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El carnaval de Laza está enmarcado dentro de la celebración del Entroido –carnaval– gallego, conformado por una ruta triangular, rica en patrimonio cultural, que comprende los pueblos de Xinzo de Limia, Verín y Laza, en la provincia de Ourense. De los tres carnavales, posiblemente el de mayor tradición y el que se asienta sobre raíces más antiguas, sea este último.

Un buen peliqueiro nunca se quita la máscara, pase lo que pase. Foto: Nacho Calonge.
Un buen peliqueiro nunca se quita la máscara, pase lo que pase. Foto: Nacho Calonge.

Los personajes ancestrales son los encargados de castigar en el Entroido gallego a quien no vaya disfrazado. Se les puede insultar pero nada de tocar su indumentaria o mancharla. Si lo haces, atente a las consecuencias. En Xinzo de Limia, te enfrentarás a la furia de la Pantalla, un enmascarado vestido con camisa y pantalones blancos, polainas negras con cinta roja y una capa de seda negra o roja con cintas de colores. Su atuendo se completa con dos vejigas secas de vaca que han sido infladas como globos para asustar a los asistentes. Cuanto más miedo exprese la pobre víctima, más tiempo le dedicará al castigo. Si eres vecino, puede que la única manera de acabar con tu suplicio sea pagarle una ronda en el bar de turno. Agradecerás la penitencia.

Los tejidos del traje típico son muy propensos a ensuciarse, por eso la tradición prohíbe que se toquen. Foto: Nacho Calonge.
Los tejidos del traje típico son muy propensos a ensuciarse, por eso la tradición prohíbe que se toquen. Foto: Nacho Calonge.

No tendremos que irnos muy lejos para encontrar a dos de las figuras más emblemáticas de las celebraciones de Don Carnal. Basta con desplazarnos a Verín para conocer al Cigarrón, mientras que en Laza reina el Peliqueiro. Son dos enmascarados con una labor similar a la de La Pantalla, pero la tradición de cada pueblo introduce variantes que los lugareños harán notar al recién llegado. Una advertencia, turista: ni se te ocurra confundir a unos con otros, porque si llamas peliqueiro a un cigarrón o viceversa, sentirás el golpe de las zamarras. Con estas pequeñas fustas de cuero que todos portan en sus manos, sancionan las impertinencias.

Los teFamilia vestida al completo de peliqueiros. Foto: Nacho Calonge.
Los teFamilia vestida al completo de peliqueiros. Foto: Nacho Calonge.

Llevar estos disfraces, que llegan a pesar hasta 15 kilos, es todo un privilegio; aunque la vestimenta no es precisamente barata. Los peliqueiros y los cigarrones están cubiertos con enormes máscaras fabricadas en madera de amieiro (Alnus glutinosa, el aliso común) cocido y rematadas con una especie de mitra de hojalata adornada con ricos motivos animales o vegetales. Tampoco pueden faltar las chocas, seis grandes cencerros colocados en la cintura que, mientras el portador se mueve, producen una alternancia de sonidos graves y agudos.

Cuando veas la zamarra en alto, ¡corre! Foto: Nacho Calonge.
Cuando veas la zamarra en alto, ¡corre! Foto: Nacho Calonge.

No se sabe con exactitud de dónde provienen estos personajes. Hay investigadores que los relacionan con los antiguos cobradores de impuestos o los levantadores de caza del feudo de Monterrey. Otros los asocian con historias más pretéritas, mezclándolos con las celebraciones de los druidas, dentro de la cultura celta. Lo que sí está claro es que el mejor día para verlos es el sábado de carnaval. Esa jornada se produce en Verín el bautismo de los nuevos cigarrones, la mayoría niños de corta edad que viven un ritual de iniciación.

El sonido de los cencerros no cesa desde que los cigarrones echan a correr por las calles de Verín. Foto: Nacho Calonge.
El sonido de los cencerros no cesa desde que los cigarrones echan a correr por las calles de Verín. Foto: Nacho Calonge.

La farrapada y la Baixada de la Morena de Laza

Si a estas alturas de la fiesta estás cansado de ver corretear a los peliqueiros, cigarrones o pantallas y quieres pasar a primer plano, no puedes perderte dos acontecimientos que tendrán lugar en Laza. Si te animas, es recomendable que dejes en casa tus mejores atuendos y vayas dispuesto a todo.

La farrapada se celebra bien entrada la mañana del lunes de carnaval. Una bañera rebosante de barro y lodo aparece en el centro de la plaza del pueblo, rodeada por un buen número de trapos. Es la antesala de una batalla campal, sin orden ni cuartel. Todos contra todos. Los trapos, empapados de lodo, vuelan de un lado al otro hasta que los "guerreros" parecen esculturas de arcilla.

Conviértete en una estatua de barro, como en una maldición bíblica, pero sin perder la sonrisa. Foto: Nacho Calonge.
Conviértete en una estatua de barro, como en una maldición bíblica, pero sin perder la sonrisa. Foto: Nacho Calonge.

Aquí todo vale, menos protestar. A un comentarista de televisión, en plena crónica, un trapo le manchó su inmaculada ropa y el periodista no fue capaz de ocultar su enfado. Los mozos del pueblo no tardaron en llevarlo en volandas a la bañera del barro para regalarle una inmersión. Quejas, las justas.

La gente se mancha como parte de la fiesta. Foto: Nacho Calonge.
La gente se mancha como parte de la fiesta. Foto: Nacho Calonge.

Ese mismo día, por la tarde, le llega el turno a la Baixada de la Morena (la bajada de la Morena). Su protagonista es un personaje ataviado con una cabeza de ternera tallada en madera. Llega a la plaza acompañado de una comitiva armada con harina, tierra mezclada con hormigas en vinagre, toxos y berzas que utilizan para espantar a quien ose acercarse a la Morena. Entre tanto, la "sesuda" misión de la escoltada consiste en embestir al que tenga por delante. Los viejos del lugar cuentan que una vez se escapó una vaca y ocasionó tal caos entre los habitantes, que decidieron recrear este episodio todos los años. Los estudiosos, en cambio, le dan un significado menos prosaico. Relacionan a la Morena con antiguos ídolos.

No te esfuerces, ni disfrazado de vaca evitarás acabar de esta guisa. Foto: Nacho Calonge.
No te esfuerces, ni disfrazado de vaca evitarás acabar de esta guisa. Foto: Nacho Calonge.

Sea como fuere, las embestidas de la Morena calientan el ambiente en la Praza da Picota hasta que, por uno de los laterales de la plaza, entra un carro cargado con harina y un artefacto que hace las veces de ventilador. En pocos segundos, una gran nube de polvo blanco se apodera de la zona. Por si no fuera suficiente, otro grupo vierte tierra y hormigas al mismo tiempo. Esto, que pudiera parecer una venganza retorcida, tiene su origen en las tradiciones celtas. Los antiguos pobladores de esta tierra celebraban la llegada de las hormigas con la primavera, porque anuncia que la tierra está a punto de dar sus frutos.

En definitiva, podemos asegurarte que el Entroido gallego te ensuciará, te acosará e incluso te fustigará convenientemente, pero seguro que echarás de menos todas estas pequeñas y gratas molestias cuando Doña Cuaresma asome por el horizonte.

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