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Parece ser que Brugent deriva de brogit, un término catalán que se podría traducir como ruido, rumor o murmullo, seguramente en referencia a sus continuos saltos de agua, tras los cuales se conforman algunas de las pozas más codiciadas de la Garrotxa. Montaña arriba, las hay más profundas y de aguas más cristalinas, pero las de aquí tienen un sabor especial, con sus cascadas de vegetación petrificada y sus tupidos bosques de ribera. Además, es un hábitat de gran biodiversidad donde encontramos especies amenazadas como el barbo de montaña, la nutria, la anguila o el cangrejo de patas blancas.
Desde su nacimiento en la sierra de Corb hasta su desembocadura en el Ter, el Brugent apenas suma 20 kilómetros, pero constituye un corredor biológico de gran valor entre ambas regiones: el Espacio Protegido del Brugent. Parte de su fecundidad se base en que discurre por un valle con un sustrato rocoso compuesto por materiales volcánicos y sedimentarios, y es que sobre su curso se elevan viejos volcanes como el de Sant Marc, el del Puig Roig o el del Traiter, cuyas coladas de lava conformaron basaltos que todavía hoy podemos apreciar.
Antes de lanzarse a descubrir las pozas del Brugent, conviene tener en cuenta que, entre junio y septiembre, durante los fines de semana y festivos, la visita está regulada y hay un aforo limitado a 300 personas al día. El objetivo es no estresar el ecosistema, garantizar la tranquilidad de los vecinos y, de paso, evitar masificaciones para que la experiencia sea agradable. El ticket de acceso se adquiere a través de la página web oficial, que incluye una plaza en el aparcamiento que hay a las afueras de Les Planes d'Hostoles, donde se ubica una caseta de información y desde donde se sugiere comenzar el recorrido principal.
De entre los diferentes itinerarios que se proponen desde la web, la ruta principal es un recorrido de ida y vuelta que suma 18 kilómetros en el que se visitan todos los gorgs. Puede parecer demasiado larga, pero el terreno es bastante llano y sencillo, y se hace llevadera, sobre todo si se van haciendo paradas para refrescarse.
En cualquier caso, al ser un circuito de ida y vuelta con bastantes ramales, se pueden recortar kilómetros fácilmente, por ejemplo, evitando acercarnos a Sant Feliu de Pallerols, con lo que nos ahorramos 7 kilómetros en los que hay buenas pozas, pero quizá no las más espectaculares. Casi todo el mundo coincide en que las pozas que mejor combinan accesibilidad y espectacularidad son Gorg del Molí dels Murris, Gorg de Can Poetí y Gorg de Santa Margarida.
La propuesta “oficial” es hacer el itinerario a pie por una sencilla razón: para llegar hasta la orilla de las pozas, la aproximación normalmente se hace por senderos estrechos donde hay escalones. Estas aproximaciones, sin embargo, suelen ser tramos cortos, mientras el grueso de la ruta se realiza por el Camino Natural Vía Verde del Carrilet, o sea, el trazado de un viejo ferrocarril de vía estrecha que conectaba los Pirineos con el Mediterráneo. La circunstancia invita a hacer la ruta en bicicleta, descabalgando para visitar cada una de las siete pozas del recorrido, para lo que puede ser buena idea llevarse un candado.
El Camino Natural Vía Verde del Carrilet fue uno de los primeros ferrocarriles en reinaugurarse para uso turístico y deportivo en la España en los años 90. Después de funcionar entre 1892 y 1969 para transporte de mercancías y pasajeros, ahora es una de las dos vías verdes más transitadas del país. A lo largo de sus más de 100 kilómetros, conecta Olot con Sant Feliu de Guíxols vía Girona, llevándonos desde la zona volcánica de la Garrotxa hasta las playas más codiciadas de la Costa Brava, casi siempre cuesta abajo. El tramo que hace en paralelo al río Brugent es quizá el más virtuoso de todo el recorrido, al abrigo de un frondoso bosque de ribera con alisos, fresnos, sauces y avellanos, en el que florecen martagones y galantos.
El Espacio Protegido del Brugent señala en su recorrido siete pozas o grupos de pozas. Cada una de estas está interpretada por un pequeño panel donde encontramos información sobre la fauna y flora locales. Todas se ubican en el curso del Brugent salvo la gran estrella del espacio, Gorg del Molí dels Murris. Se encuentra en la riera de Cogolls, un afluente del Brugent donde se conforman travertinos, o sea, cascadas hechas con plantas petrificadas. El punto de partida que propone la organización es un aparcamiento que hay a medio camino Les Planes d'Hostoles y Sant Feliu de Pallerols, donde se ubica un puesto de información que estaría en el centro geográfico de todas las pozas.
Si trazamos el itinerario principal siguiendo la numeración de las pozas, primero visitaríamos Gorg de la Plana (1), un bonito aperitivo previo a la subida al famoso Gorg del Molí dels Murris (2), donde las pasarelas de madera terminan de construir la decoración de un escenario de cuento. De vuelta al curso del Brugent, la siguiente poza sería Gorg de Can Poetí (3), que luce fantástica vista desde las alturas de uno de los grandes viaductos del Camino Natural. La última en este sentido, antes de tener que dar media vuelta, sería Gorga de Santa Margarida (4), que exige una pequeña caminata desde la Vía Verde por este territorio selvático hasta dar con una de los remansos de agua más extensos del paraje, donde aparece incluso una pequeña playa.
En Santa Margarida estaría el extremo sur del itinerario. Ahora, tocaría remontar el ligero desnivel del Camino Natural de vuelta al punto de inicio, para luego seguir en dirección hacia Sant Feliu de Pallerols, visitando de camino las tres últimas pozas, que ya se ubican dentro de los límites del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Son preciosas, pero son las más incómodas de cara al baño: Gorg de la Mola (5), Gorg d’en Valls (6) y Gorg d’en Boix. El camino, sin embargo, merece ampliamente la pena, primero por una zona abierta con vistas a las ruinas del castillo de Hostoles y, luego, transitando al abrigo de los muros de contención de la vieja vía cubiertos por vegetación. Además, no hay que desdeñar el premio final que supone Sant Feliu de Pallerols.
La antigua estación de tren de Sant Feliu de Pallerols habría sido también un punto de partida fantástico. En las viejas instalaciones ferroviarias, se encuentra una oficina de información turística y un bar muy socorrido para reponer fuerzas. Además, es un punto ideal para dejar aparcada la bici y darse una vuelta por el encantador casco viejo de Sant Feliu, donde podemos descubrir que los saltos del Brugent, además de pozas, han engendrado una notable colección molinos, que a su vez, sus remansos de agua han engendrado la encantadora leyenda del pescalunas, como conocen aquí a los lugareños.
ATENCIÓN: El baño está permitido (o más bien, no está prohibido), pero las pozas no están catalogadas como espacios públicos de baño, así que los ayuntamientos no se hacen responsables de los posibles accidentes que pudieran suceder en ellas. Por otro lado, desde la organización del Espacio Protegido, se advierte de que los cosméticos y las cremas solares resultan altamente contaminantes para las aguas del río.
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