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‘Mas de Cebrián’ está en el corazón de la provincia de Teruel, en la comarca de Gúdar-Javalambre, donde durante el último siglo se ha producido un curioso efecto de hibernación. Muchos vecinos migraron a Cataluña y a la Comunidad Valenciana, y los que se quedaron mantuvieron intactos los pueblos y el entorno natural. Son dos de los grandes atractivos que rodean a este hotel, un paraíso de quietud y de calma, el escenario perfecto para desconectar.
Eso sí, lo de la desconexión se lo puede tomar cada uno como quiera. En ‘Mas de Cebrián’ y en los alrededores hay actividades como para llenar de contenido un largo fin de semana. Pero a lo que más invita la estancia es a relajarse. Con esa idea desarrolló el proyecto Salvador Arenere: “He pernoctado en muchos hoteles por motivos profesionales y he intentado resolver todos los defectos que encontré, así como las comodidades de las que me apetecía disfrutar”.
Las doce habitaciones tienen nombres de pueblos cercanos, tan bonitos y sonoros como Puertomingalvo, Mosqueruela, Vistabella o Rubielos de Mora. Las estancias son muy espaciosas. Poniendo un tabique aquí y otro allá podían haber salido veinte, pero no, Salvador lo tenía claro: las habitaciones, grandes. Tanto como para que en la mayoría haya una bañera doble en el centro. Y una estufa de leña. La combinación ideal para relajarse.
Hay detalles que no se ven pero que también cuentan, como el pladur entre el grueso tabique de las paredes para crear una cámara de aire perfecta. Además, las puertas tienen un sistema que hace que bajen al cerrarlas. El aislamiento es total. Muy pocos hoteles, incluso de cinco estrellas, pueden presumir de detalles así.
Cuando Salvador Arenere empezó a hacer realidad el proyecto junto a su hermano Jesús, tenía el recuerdo de cielos estrellados que casi podía tocar con la mano. Ahí vio un atractivo más, un punto diferencial para ejercer de imán alrededor del astroturismo. Lo siguiente fue proteger el entorno nocturno con una iluminación inteligente para impulsar el turismo de estrellas. Enseguida llegó la certificación de Hotel Starlight, el primero de Levante y Aragón que la consiguió.
Prismáticos y telescopios están muy visibles en la recepción. Pero si se llega de noche cerrada, como ha sido el caso en esta visita, antes de mirar al cielo lo primero que apetece es sentarse a la mesa y acercarse a su cocina.
Ensalada de calabaza con rulo de cabra y granada, y bacalao a la nata con espárragos asados. No está mal como banderín de enganche. La carta le rinde pleitesía a los alimentos de la zona. Por supuesto, a las conservas de cerdo y al jamón de Teruel. La cecina de Mosqueruela; la tabla de quesos con una selección de los más destacados del entorno –Flor de Teruel y la Val, ahumado y semicurado–, y la trufa negra expresando todo su potencial de producto gourmet sobre unos huevos camperos, hacen que la gastronomía se sume al listado de argumentos para el disfrute.
A este capítulo hay que añadir dos más: caza y setas. Los montes cercanos son un paraíso para los amantes de los rebollones. “El huerto está creciendo poco a poco y la idea, en determinadas épocas del año, es llegar a autoabastecernos”, comenta el propietario. Todo suma.
'Mas de Cebrián' está a más de 1.500 metros de altitud así que las noches son frías. Mucho más en invierno, claro, pero el hotel facilita mantas para salir al jardín a ver las estrellas. Si el cielo está raso, conviene no perderse el espectáculo después de cenar. Con la ayuda del telescopio o sin él, el rastro de la Vía Láctea resulta hipnótico. No apetece recogerse, aunque las camas, que no se sabe muy bien dónde empiezan y dónde acaban de lo grandes que son, invitan a un descanso reparador.
Si la estancia va a ser de dos o tres días, al menos uno de ellos merece la pena madrugar. Es posible que no aparezca la niebla baja que hizo acto de presencia durante esta visita, pero si lo hace, el madrugón tiene recompensa. La estampa de las copas de los árboles emergiendo y caminando sobre ella resulta seductora.
La postal se puede contemplar desde la bañera, en el centro de la habitación. Poco más se puede pedir. Si acaso, lo que espera a continuación: un desayuno con vistas a la sierra donde está la ermita de San Bernabé del siglo XIII.
La suma de detalles que trae la luz del día sigue creciendo. Al salir a los jardines y terrazas exteriores, el susurro de una corriente de agua que no cesa se convierte en música de fondo. Ideal para relajarse leyendo un libro o para acompañar una conservación sin prisas.
También hace acto de presencia la noguera bicentenaria, protagonista en el logo del establecimiento y en el llavero de las habitaciones. Por cierto, precioso, diseñado por un artesano de Puertomingalvo.
A media mañana llegan al hotel varios moteros, un grupo de ciclistas y dos coches clásicos que se dirigen a The Silent Route, una ruta panorámica que une las comarcas del Maestrazgo y Andorra Sierra de Arcos. Este establecimiento es punto de referencia para el almuerzo de visitantes ocasionales. Luego, cada uno elige su destino. Cualquier carretera es buena para perderse.
Si la decisión es no moverse, la descripción de ‘Mas de Cebrián’ como Paradise Hotel & Relax es una buena alternativa. La luz natural inunda la zona de spa y las vistas a la sierra son maravillosas desde el jacuzzi, la hamaca o mientras se recibe un masaje.
Desde el exterior se percibe claramente que el perímetro original, con sus paredes de piedra, se ha mantenido. En el interior, sin embargo, el protagonismo se lo lleva la madera. Se han conservado detalles como la puerta principal de la antigua masía. Eso sí, ha intervenido un anticuario para recuperarla como cabecero de la habitación que lleva el nombre de Mora de Rubielos.
A la hora del aperitivo llama la atención un producto singular: la primera cerveza de oliva del mundo, que se elabora con aceitunas de la variedad empeltre de olivos centenarios de Oliete (Teruel). Un detalle más antes de sentarse a la mesa a disfrutar de un recetario que deja un regusto de cocina autóctona pero que mira a otras partes del mundo.
Es lo que sucede al probar el guiso de cordero al estilo ‘Mas de Cebrián’. Sus toques especiados hacen que el producto local viaje directamente a Ecuador. Entre los postres, decantarse por alguna de sus tartas es una buena elección, especialmente la de zanahoria.
Si uno decide moverse y conocer el entorno, entonces sí que crecen las posibilidades. Hay muchas. Por ejemplo, el hijo de Donald Trump encontró en la caza mayor su paraíso particular cuando hace unos meses visitó las comarcas de Gúdar-Javalambre y Maestrazgo.
Además, muy cerca hay unas cuantas localidades que forman parte de la Red de Pueblos más Bonitos de España: Cantavieja, Rubielos de Mora, Mirambel, La Iglesuela del Cid... Y apenas a 20 minutos están la estación de esquí de Valdelinares y Galáctica, un centro de difusión y práctica de la astronomía, ubicado en Arcos de las Salinas.
Otra alternativa es el senderismo, con más de mil kilómetros de trazados. Hay senderos pertenecientes a grandes itinerarios como la Vía Verde de Ojos Negros, y rutas temáticas como los caminos del Cid y del Santo Grial, y la de los Guerrilleros. Mucho donde elegir para que al final del día, de vuelta a ‘Mas de Cebrián’, apetezca regresar a la habitación, a la quietud y la calma de un baño reparador junto a la estufa de leña.