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Ahigal de los Aceiteros

Tierra de higos

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Es invierno y la nieve cubre los campos de Ahigal de los Aceiteros. Normalmente verdes, acusan el golpe térmico y la densa forestal que lo compone parece mostrarse indefensa ante nuestros ojos. Tierra de higos, como indica su etimología, se encuentra muy próxima a Portugal y esconde un pasado romano que se refleja en sus empedradas y empinadas calles. No deja de nevar y el frío castiga nuestras gargantas. Casi sin quererlo, nuestros pies nos llevan ante la imponente iglesia de Santa María Magdalena. Imponente y cuadrangular, soporta estoicamente los copos que, gruesos, no dejan de caer. Lo mismo ocurre con su Casa Consistorial, cuya espectacular fachada, que antaño fuera una panera, no deja indiferente. La temperatura sigue bajando y las calles descansan bajo un silencio sepulcral. El mirador del Pulpito de las Monjas es la última parada. Desde lo alto, observamos a la villa salmantina de Ahigal de los Aceiteros. Pequeña y encantadora se despide de nosotros. Volveremos a vernos.