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Almería

Un soleado y polifacético plató

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El mar de Alborán nos acoge con grácil simpatía en la Casa del Cine, pero Almería es más que un plató, y representa una película real con encanto desde que se fundó, allá por el año 900. Estar en la capital almeriense y adentrarse en los arrabales o barrios que la fueron dando forma nos acerca a sus monumentos, con la fortaleza de la Alcazaba como auténtico símbolo de la ciudad. En ella nos esperan el Palacio de Al-Mutasin, la mezquita convertida en iglesia, los baños y las murallas que se extienden por el Cerro de San Cristóbal, por cuyas faldas nos encontraremos con las coloridas calles del Barrio de La Medina. 

Por el centro, también conocido como Almería Conventual, nos abrimos paso entre iglesias, algunas levantadas sobre antiguas mezquitas, como las de San Juan, San Pedro, Santiago o el Santuario de la Virgen del Mar, aunque es la Catedral de la Encarnación, de exterior recio e interior gótico y renacentista, la que llamará nuestra atención. También la arquitectura civil sale a nuestro encuentro, con el Ayuntamiento en la Plaza Vieja, que está presidida por el monumento a los Coloraos. Sin embargo, es Puerta Purchena uno de los puntos más singulares de la ciudad. No es puerta pero es entrada y salida del desarrollo de Almería, y donde antes había muralla ahora hay avenidas, plazas y paseos. Además, en ella confluyen dos capítulos muy diferentes de su historia, con la Casa de las Mariposas como símbolo del creciente poder de la burguesía a principios del s. XX y los cercanos refugios antiaéreos como recuerdo doloroso de la Guerra Civil. 

Callejear por Almería y tomar unas tapas es tan auténtico como recorrer el barrio pesquero y La Chanca, para después acercarse al puerto y ver el cargadero y su distintivo Cable Inglés, que nos hace pensar en una peculiar y almeriense Torre Eiffel de hierro. Habrá que seguir su litoral para encontrarse con sus arenales pero, sobre todo, con el paraíso que es el Parque Natural Cabo de Gata, que regala aventura, deportes, playas y destinos en los que apreciar una cultura no masificada. Y estos paisajes, junto a las vistas del Desierto de Tabernas, nos ayudan a entender cómo esta provincia andaluza se labró su reputación y fama cinematográfica. 

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