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Almohaja

El desierto de las rocas que cambiaban de tono

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Almohaja es un pueblo que sobrevive en su propio desierto. Demográfico y natural. Cerca de Santa Eulalia, un pueblo de mayor tamaño, menos de 20 vecinos viven en este núcleo. Comparten tierra con la vegetación única que ha podido crecer con los fuertes vientos del valle del Jiloca: plantas de enebro y sabinas rastreras. Es su entorno natural lo más llamativo de este pequeño municipio. Forma parte del conocido como paisaje del Rodeno, unas formaciones de piedras rojas, compuestas de arcilla, y de rocas de arenisca compactas. Un entorno muy bucólico que cambia de tonalidad cuando llueve. Entre sus barrancos, se encuentran restos arqueológicos de varias épocas.

La historia de Almohaja está muy ligada al enorme y espectacular castillo de Peracense, del antiguo reino de Aragón y Castilla. Su casco urbano, que se encuentra escalonado en la ladera de un montículo, domina un pequeño valle que tiene una laguna desecada. Al otro lado del valle, frente al pueblo, discurre el trazado del antiguo Tren minero Ojos Negros-Puerto de Sagunto. Ideal para hacer senderismo.

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