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Ares

La villa marinera que conquistó a Pedro Almodóvar

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A la pregunta de qué hace un paisaje de Pedro Almodóvar, perdido demasiado al norte de la Mancha y plagado de casas marineras e indianas cuyas fachadas azules y blancas empastan a la perfección con el intenso verdor los campos gallegos, responden las manos agrietadas de los pescadores que lo pueblan sin dificultad. Son tierras donde la Ría de Ferrol impone su señorío, dejando que los viajeros oteen la curva de su espinazo encaramados al Mirador A Bailadora de Montefaro, mientras se deja observar por el castillo de Palma y el románico monasterio de Santa Catalina, que persiste en el atrevimiento desde el s.XV y celebra la visión con el melodioso sonido que se desprende desde su robusto campanario. Es el punto exacto en el que la brisa parece detenerse para disfrutar de la visión que ofrece el paseo marítimo: playas de arena dorada y aguas calmas como la de Área Morta o Redes; otras, salvajes y recónditas, como La Barrosa, y un típico puerto marinero, plagado de barquitas de pescadores. Aquí, el latido del corazón de la villa lo impone el rítmico piar de los pájaros, que han hecho del Humedal A Xunqueira su hogar; la banda sonora la ponen las gaitas, que resuenan en las Fiestas de San Roque; el sustento, los mariscadores que extraen los mejillones de las típicas bateas; la emoción desbordada, los vecinos, colaborando, mano a mano, para celebrar la Semana Santa.

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