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El dorado espectáculo de los arces
El 75% del territorio de Baltar es forestal, y de estas masas arboladas un 20% corresponde a los arces. El rojo y el dorado tiñen el paisaje otoñal de este municipio ourensano en el que también abundan otras frondosas de hoja caduca como los robles o carballos, los abedules, los castaños o los alisos. Entre estos bosques que es imprescindible pasear, el paisaje aparece sembrado de pequeños núcleos de población donde todavía se conservan casas con siglos de intrahistoria, lavaderos, hornos comunitarios, molinos, cruceiros y petos das ánimas o lugares de ofrenda por las almas del Purgatorio erigidos entre los siglos XVIII y XIX en numerosos pueblos. Entre la arquitectura religiosa, no obstante, lo más destacable es la parroquia de Santa María de Vilamaior (Boullosa).
Meaus es una localidad de la frontera o raia con Portugal que no siempre perteneció, como ahora, a Baltar. Hasta 1868, con la firma del Tratado de Lisboa por el que el país vecino consiguió su independencia, era uno de los tres pueblos que formaban O Couto Mixto, un microestado a caballo entre los dos reinos que tras 700 años de independencia, exención de impuestos y autogobierno acabó integrándose en Galicia. O Couto, conformado por Meaus, Santiago y Rubiás (estos dos últimos, hoy, pertenecientes al ayuntamiento de Calvos de Randín), se había transformado en tierra de nadie por un error en la formalización del deslinde entre España y Portugal durante el Tratado de Zamora (1143). Los vecinos de O Couto vivían del comercio y el contrabando de tabaco, café, bacalao y otros productos con mucha demanda y sujetos a impuestos.
En Baltar funciona una escuela de parapente. El alumno tiene allí a su disposición todo el material necesario para practicar este deporte y cuenta con monitores especializados, no solo en parapente, sino en paramotor, ala delta y cometas de arrastre.
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