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Naturaleza mágica
Este municipio del Señorío de Molina, en Alto Tajo y en el Camino del Cid, está tocado por la varita mágica de la naturaleza. Ubicado entre los picos de Picorzo y Pedro Maza, es terreno de aguas –las que proporcionan los ríos Cabrillas (atraviesa la localidad), Genitoris, Hoz Seca y Tajo y diferentes fuentes de los alrededores– y montañas como Mojón Blanco (1.792 m), Alto de las Molederas (1.576 m) y cerro de Saya Parida (1.587 m).
En el núcleo urbano sobresalen la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVII, con altares barrocos, y los puentes de piedra sobre el río Cabrillas; y en la Plaza Mayor destacan el ayuntamiento, del siglo XVIII, con tres lados y cascada en el cuarto; la fuente con pilón y abrevaderos, de 1905, y las casas de los Pelegrines y la de los Condes de Clavijo, típicas construcciones molineras del siglo XVIII.
Los aficionados a la arqueología deben desplazarse hasta el castro celtibérico Castil de Griegos (siglo II a C), con doble muralla y foso; visitar el Castillo Colorado, promontorio a base de piedra caliza roja; apreciar los naveros, especie de aljibes para conservar productos en hielo o nieve, y contemplar el Dropstone, roca atrapada entre glaciares, en este caso de arenisca rojiza que forma originales figuras.
Los amantes de la espeleología disfrutarán en las cuevas del Gorrino y en las del Tornero (rambla del Hoz), donde descubrirán galerías y ríos subterráneos. Entre otros parajes, destaca la Fuente de los Vaqueros, a unos 2 km del pueblo, que es una deliciosa zona de recreo con abundantes pinos.