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Jerez de la Frontera

Capital andaluza del vino

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El vino, el flamenco y los caballos pueden sonar a tópico fácil, pero es innegable que son las señas de identidad de Jerez de la Frontera. Sus calles huelen a un caldo famoso en el mundo entero, gracias a las numerosas bodegas repartidas por todo su callejero y al Museo Misterio de Jerez, situado en el Centro Temático La Atalaya (que también acoge el Palacio del Tiempo, curiosa colección de relojes). La ciudad natal de la irrepetible Lola Flores retumba y baila con la música del flamenco en tablaos, escuelas y en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, y se mueve tan deprisa como sus caballos, que danzan en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre y la Yeguada de la Cartuja Hierro del Bocado. Y Jerez también también vibra con la emoción del arte de la lidia y el rugir del motociclismo con su Gran Premio.

Pero más allá de los tópicos, Jerez de la Frontera es una urbe de gran riqueza histórica y artística que se desarrolla en torno a la Plaza del Arenal, línea de salida para un recorrido que nos lleva al legado árabe que queda en el Conjunto Monumental de Alcázar. Allí, la Cámara Oscura ofrece una curiosa panorámica de la ciudad desde el Palacio de Villavicencio. El paseo continúa por la Catedral, el Palacio del Virrey de Laserna, las iglesias de San Dionisio, San Juan de los Caballeros y San Miguel. Su importante patrimonio religioso sigue en las afueras, con la Cartuja de Santa María de la Defensión como lugar de obligada visita. La oferta cultural es extensa y variada, y el visitante puede satisfacer su curiosidad y afán de aprender en el Museo del Belén, el Zoobotánico y el Museo Arqueológico.

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