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Jerte

Mensajero de la primavera

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Para llegar a este rincón de Cáceres, nos elevaremos a más de quinientos metros de altitud y buscaremos entre prados y bancales de cerezos dispuestos sobre las escarpadas laderas de las sierras de Candelario y Tormantos para toparnos con el río Jerte, que le presta su nombre. En su corazón, la Plaza de la Independencia, podremos admirar la barroca Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y su campanario, la Torre Vigía medieval, que se encuentra a pocos metros. No muy lejos, la sobria ermita del Cristo del Amparo cobija una talla del Cristo de la Escuela, del escultor Martínez Montañés. El camino a dichos templos nos llevará por las fachadas de las grandes supervivientes del gran incendio provocado por las tropas napoleónicas. En la calle de los Bueyes resiste la vivienda más antigua de Jerte, estampa de la resistencia, y las calles Coronel Golfín y Cepeda albergan las casas nobles construidas en granito, que se mantuvieron impasibles.

Pero el mayor encanto del municipio se encuentra en los parajes del Valle del Jerte, especialistas en señalizar la llegada de la primavera. Es un espectáculo con Denominación de Origen y celebración propia: la Fiesta del Cerezo en Flor, en marzo. También son los primeros en presenciar su llegada a los vecinos parajes de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, morada de buitres leonados y águilas imperiales, que descienden para beber agua del Paraje de los Pilones, tras sobrevolar los glaciares de La Serrá, Asperones o San Martín. Un auténtico paraíso para el senderismo, en el que inesperados saltos de agua van señalizando la ubicación de la Garganta de los Papúos, del Cerro de Peña Negra o del Chorrero de la Virgen. Un lugar donde perderse en cualquier estación del año. 

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