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Lleida

Entre lo sobrenatural y lo mundano

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Lleida es una ciudad de leyendas cincelada por la belleza de lo medieval. A veces esa cualidad se muestra en el palacio de la Paería. Otras, en algunas zonas escondidas del carrer Major, centro neurálgico del municipio y una de las vías comerciales más larga del continente. Sin previo aviso, por allí aparecen hermosas princesas en el patio del antiguo hospital de Santa María, se despliega todo un mundo de fantasía en sus edificios modernistas y los juglares cuentan historias en la catedral Nueva. En Lleida lo humano no pasa desapercibido. Pero tampoco lo mágico. El depósito del Pla del Aigua rinde tributo al líquido elemento, al igual que los templarios lo hicieron a la fortaleza de Gardeny. El resultado de la particular competición entre lo humano y lo divino es la cultura de la zona. Esa misma que destila el centro vanguardista de La Panera, la que se manifiesta en el arte del Museo Morera y en fiestas tan típicas como el Aplec de Caragol, con los caracoles, producto estrella de la ciudad, como grandes protagonistas. Iluminada por el Segre, Lleida es la combinación perfecta entre lo visible y lo invisible. Entre lo sobrenatural y lo mundano. Coronando la cima del municipio, la Seu Vella mira atenta al cercano castillo del Rey. A sus pies, bajo el gran Olimpo, se extienden parajes de obligatoria visita que comienzan en la iglesia de Sant Llorenç, pasan por el Parque Camps Elisis o el Mitjana y quedan rematados con la naturaleza que el río Segre ha conseguido configurar a estas tierras. 

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