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Una antigua urbe entre pequeños pueblos
Gozaba Loscos del privilegio de ser el centro neurálgico de los pueblos que la rodean. En este municipio turolense se desarrollaban la mayoría de servicios de la zona, desde artesanía textil, herrería, carpintería, peluquería o sastrería lo que hizo que su población absorbiera gran parte de los habitantes de El Colladico, Piedrahita y Mezquita de Loscos a principios de los 70. Pero en su actividad económica destacan, además, la agricultura y la ganadería, basada en los cereales y el ganado ovino.
Se asienta Loscos al pie de la serranía Oriche-Cucalón, en la margen izquierda del río Pilero, cuyas aguas acaban en el Ebro, tras pasar por el Cámaras y el Aguas Vivas. Se encuadra en la comarca del Jiloca. Unos 120 kilómetros le separan de la capital de la provincia, por el norte.
Entre el patrimonio arquitectónico de Loscos sobresale la iglesia parroquial de San Andrés. Levantada a finales del siglo XVII en mampostería y estilo barroco. Consta de una nave de dos tramos, con las capillas laterales entre contrafuertes, crucero de gran amplitud y cabecera plana, además de una imponente torre cuadrangular. El viajero tampoco se puede perder las ermitas que conserva Loscos, entre las que hay que nombrar las de San Roque, Santa Águeda y San Miguel.
En el paseo por el pueblo, de cerca de 140 habitantes, se puede admirar la fuente de San Roque, construida en 1792, junto a un abrevadero y lavadero, que datan del siglo pasado. Está rodeado Loscos de los típicos peirones turolenses, que igualmente merecen una parada. Entre ellos se encuentran el peirón Votivo, el de San Antón, el del Milenio o el de Rodanas.