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Madroñal

Un balcón entre dos sierras

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A 9,5 kilómetros de La Alberca, en una ladera del Monte Cabril, la pequeña localidad salmantina de Madroñal recibe a los visitantes rodeada de robles, castaños y pinos, pero también de cerezos, cuyo fruto tiene una gran calidad y se ha ganado el sello de la marca de garantía Cerezas Sierra de Francia.

Entre calles empinadas y estrechas se puede encontrar la Iglesia de Santa Ana, que se mimetiza entre las casas puesto que está situada en una nave del pueblo, donde se tuvo que trasladar después de que se quemara la anterior iglesia hace casi un siglo. Del antiguo edificio solo se conserva la torre de las campanas, situada en la plaza, siendo la edificación más antigua de Madroñal. En la plaza también se puede encontrar un caño con una pila en la que probar el agua del pueblo, que cuenta con varios manantiales que nutren de agua el Arroyo de San Pedro.

Dando una vuelta por el pueblo es de obligada visita la calle Alhóndiga, donde podemos encontrar dos importantes edificios. El primero de ellos es el que le da nombre a la calle y donde, antiguamente, se almacenaba y comercializaba el grano. El otro es la antigua cárcel, un edificio actualmente de uso municipal que mantiene la reja en la ventana.

El entorno de Madroñal tiene un gran encanto y el pueblo supone un balcón desde el que poder disfrutar de las vistas de la Sierra de Béjar, desde el corazón de la Sierra de Francia. Para ello existen varios caminos, entre los que cabe destacar una ruta circular de cinco kilómetros y dificultad baja que invita a conocer el pueblo y su entorno más inmediato, o la que une Cepeda, Herguijuela de la Sierra y Madroñal.