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Olost

Guarida perfecta para un bandolero mítico

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Si el viajero llega a este pequeño pueblo de la provincia de Barcelona en agosto es muy posible que se encuentre en sus calles con dos gigantes muy gigantes. De casi cuatro metros de altura. Se llaman Perot Rocaguinarda y Merçé Pecanins, un bandolero y su novia que se pasean por la calles del municipio durante las fiestas patronales. Niños y menos niños se deleitan con estas figuras, que sirven al mismo tiempo de improvisados guías turísticos por las calles de Olost y de la vecina Santa Creu de Jutglar. Perot Rocaguinarda fue un salteador de caminos que nació en estas latitudes con un dilatado historial de robos. En el año 1611 recibió el indulto por parte del virrey a cambio de ser oficial de los tercios españoles asentados en Nápoles, donde se le perdió la pista para siempre. Tuvo incluso el honor de aparecer en la segunda parte del Quijote después de mantener un encuentro en algún camino remoto con el mismísimo Cervantes.

Olost se encuentra en un valle socavado por la riera y está rodeada de arroyos, torrentes, fuentes, cuevas y abundante vegetación de robles y pinos rojos. El viajero que se acerque a esta población disfrutará de la Iglesia de Santa María de Olost, de estilo barroco, y de bellas construcciones del XVIII y XIX, como las casas de Rexach, Les Cases, La Vila (con su capilla de San Gil adosada), o la Tria, ésta última en Santa Creu de Jutglar. En las afueras del pueblo, la Ermita de Sant Adjutori domina el valle y ofrece unas vistas realmente hermosas del entorno, en donde destaca sobremanera el Castillo de Olost, que parece llevar la contraria al resto de fortificaciones españolas al estar asentado en una hondonada.

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