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Ponferrada

Huellas templarias en la capital del Bierzo

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A finales del siglo XI, el obispo astorgano Osmundo ordenó la construcción de un puente sobre el río Sil para facilitar el paso de los peregrinos a Compostela. Nacía así el Pons-Ferrata, que atrajo a un pequeño núcleo de población estable. Su unión con los habitantes de la otra orilla del Sil se consolidaría con el tiempo como la ciudad de Ponferrada, tierra mítica de caballeros templarios y señores feudales. La presencia de los templarios data de la época del rey Alfonso IX, que otorgó el control de la zona a esta orden religiosa para poner freno a los frecuentes robos y abusos que sufrían numerosos peregrinos camino de Santiago de Compostela. Tras la disolución de los templarios, varias familias feudales ejercieron el control de la ciudad. De estas épocas de historia gloriosa atesora Ponferrada un importante patrimonio arquitectónico. El Castillo de los Templarios, construido y reformado entre los siglos XI y XV, fue declarado Monumento Nacional Histórico Artístico en 1924 y es el gran icono de la ciudad. Otra referencias artísticas son la Basílica de la Encina, de corte renacentista, que alberga un retablo mayor policromado de la escuela de Gregorio Fernández, y la Torre del Reloj, ubicada sobre la única puerta que se conserva de la muralla medieval. La Casa Consistorial y la Real Cárcel, hoy convertida en Museo del Bierzo, completarían los grandes puntos de interés de esta deslumbrante villa. Ya a comienzos del siglo pasado, la explotación de determinadas riquezas minerales como el hierro y el carbón cambiarían para siempre la tradición agrícola de la cuidad por un rápido despegue industrial que conduciría a Ponferrada a convertirse en capital de la comarca del Bierzo.
 

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