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Potes

Corazón verde lebaniego

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Su privilegiada situación en pleno Valle de Liébana hizo que esta villa cántabra fuese objeto de varias disputas medievales. Aunque, posiblemente no fuera ese el motivo, dada la belleza del entorno es normal que hubiera peleas por su dominio. Potes queda vigilada por los torreones, entre los que destaca la Torre del Infantado, desde la que se controla el día a día de la localidad. Las dos iglesias de San Vicente, la más antigua del siglo XIV y la más nueva del XIX, son los edificios religiosos más importantes de Potes. A unos kilómetros está, sin embargo, el Monasterio de Santo Toribio, donde reposa el Lignum Crucis, el que se dice que es el brazo izquierdo de la Cruz de Cristo y supone el fragmento más grande que se conserva, por encima del que se custodia en El Vaticano.

Bañado por el Deva, del que salen unas ricas truchas que son toda una delicia en esta zona de Cantabria, Potes es un enclave urbano único amenizado por el verdor que lo envuelve, un lugar para disfrutar de la naturaleza, ya sea en bici, a lomos de un caballo o a pie. Un recorrido donde la tranquilidad y la buena gastronomía van de la mano hasta encontrarse con los portentosos Picos de Europa.

Y para recuperarse, los restaurantes de Potes acogerán al turista hambriento con los brazos abiertos y las mesas repletas de viandas entre las que el cocido lebaniego es el rey. Es famoso también el orujo de la zona. Tanto que hasta tiene su propia fiesta.