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Torres de Albarracín

Una ferrería histórica entre los bosques de pino

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Este municipio ha sobrevivido al tiempo entre las montañas de la imponente sierra. La ferrería del Albarracín, construida en 1648 y en funcionamiento hasta mediados del siglo XIX, se erige como uno de los mayores atractivos del municipio turolense de Torres de Albarracín. Desde su cierre pasó a convertirse en una fábrica de luz, pero el viajero puede aún empaparse de su historia en un escorial cercano que alberga aún los restos de fundición.

Esta localidad se erige en una ladera del corazón de la sierra de Albarracín, en un entorno de pinares, entre los que destaca el Sabinar de Monterde de Albarracín. Entre su composición geológica son especialmente significativas las areniscas de rodeno, material del que está compuesta la iglesia parroquial de San Miguel, datada del siglo XVI en mampostería, de tres naves y cañón con lunetos.

Sobresale además entre su patrimonio arquitectónico la ermita de San Roque, de mampostería revocada, y la Casona Villarejo, de cuatro plantas y abundantes vanos. Un bonito casco urbano en el que los tonos rojizos de la mayoría de sus paredes despunta entre el verde de la pradera y el monte cercano.  

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