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Monasterio de Santo Toribio de Liébana

Camaleño, Cantabria

Una fortaleza, un museo, un lugar de reflexión y, casi, casi, un parque temático donde acercarse a los más importantes emblemas y representaciones de la religión católica. Todo ello abarca el monasterio de Santo Toribio de Liébana, extendido al pie de las montañas en el municipio de Camaleño, en Cantabria. La idea de fortaleza nos la trae a la cabeza su recia estructura, gótico monástico con influencia cisterciense, levantado en el siglo XIII, aunque las primeras construcciones datarían de mucho antes. Incluso para un convento, nos sorprende la sencillez de líneas y la sobriedad de su decoración, concentrada en las dos entradas del lado sur, y sus rudimentarios capiteles. El adorno aquí no es lo importante, porque Santo Toribio de Liébana es, lo hemos dicho ya, un lugar donde se guardan tesoros: nada menos que el Lignum Crucis, el trozo más grande conservado de la cruz de Jesucristo. Así lo avaló la iglesia católica, dando a este monasterio la dignidad de lugar santo de Cristianismo. Ayer y hoy peregrinos de toda Europa acuden a contemplar la reliquia, que se exhibe para su veneración a las horas en punto.

De puertas afuera, la espiritualidad del monasterio se prolonga como una aureola en el conjunto de ermitas que lo rodean: San Miguel, del siglo XIII; San Juan de la Casería, del XVI, y las ruinas del Santuario de Santa Catalina y la prerrománica Cueva Santa. Como un tour por la historia del cristianismo, ellas añaden su plus de misterio a Santo Toribio de Liébana.

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