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Cachopo

La magia del Finisterre astur

Actualizado: 13/10/2015

El río Eo, que marca la frontera natural entre Asturias y Galicia, da la bienvenida a una de las comarcas menos conocidas del Principado, Los Oscos. Aquí la carretera se abre paso entre frondosos valles y la piedra empleada en la construcción de las casas populares surge entre cataratas naturales. Si el paisaje es contundente no lo es menos su gastronomía, que está gobernada por el Cachopo, una receta en la que la mejor carne de ternera se toma acompañada de jamón y queso de la tierra.

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La ruta

En el límite del Principado de Asturias y de Galicia, se conforman los increíbles paisajes de la reserva de la biosfera del río Eo, Oscos y Terras de Burón. En los pastos de las montañas se cría la ternera que sirve de materia prima para preparar el Cachopo, uno de los platos más populares y más en boga de la gastronomía asturiana. La receta es muy sencilla: un par de filetes de ternera, queso del país y jamón, todo ello empanado a la manera de un San Jacobo. Muy valorado en el Principado, sigue siendo bastante desconocido fuera de Asturias, se come entre una, dos, tres o cuatro personas, dependiendo del tamaño. Atendiendo a la sabiduría popular, cuanto más grande mejor.

Esta ruta comienza justo en las montañas, en Castropol, cuyo nombre deriva de un viejo poblado castreño prerromano situado en el cerro donde actualmente se alza la iglesia de Santiago, antiguo hospital de peregrinos jacobeos. Esta villa es uno de los hitos del Camino de Santiago de la Costa y accedemos a su casco antiguo por la empinada calle que lleva hasta el monumento al Pueblo Ejemplar de Asturias, título que la ciudad obtuvo en 1997.

En la arquitectura de la localidad perdura el aire indiano que recuerda la emigración a América que se produjo en el siglo XIX. Buenos ejemplos de este estilo son la casa-palacio de los Bermúdez, conocida como Villa Rosita; el parque de Vicente Loriente, la estatua del militar y escritor Fernando Villamil y el palacio de los Cancio o de las Cuatro Torres, el edificio más antiguo de la villa. Si el paseo se nos ha hecho corto, podemos tomar el barco y viajar hasta la vecina Ribadeo. Para ello basta con acercarse a la dársena del muelle deportivo desde el que a diario parten excursiones acuáticas por la ría.

Barcos en la desembocadura del Eo, en Castropol.
Barcos en la desembocadura del Eo, en Castropol.

La aldea de cuento de Os Teixois posee un conjunto de ingenios hidráulicos movidos por la energía del arroyo de Las Mestas

Nuestro recorrido continúa hasta Taramundi, popular por ser cuna de uno de los ingredientes del plato que inspira esta ruta, el queso. Para probarlo en todo su esplendor, y variedades, nada mejor que visitar la localidad durante el mes de julio, cuando tiene lugar su feria gastronómica. El concejo de Taramundi cuenta con una notable colección de elementos de patrimonio arqueológico, etnográfico y cultural. Para conocerlo tomamos una carretera vecinal que lleva hasta Mazonovo, primero, y a Os Teixois y Esquíos, después. Para empezar, en Mazonovo, enclavado a orillas del río Cabreira, se encuentra el Museo de los Molinos, un antiguo complejo hidráulico aún en funcionamiento donde podemos aprender las diversas técnicas de molienda del grano utilizadas a lo largo de los siglos. Por su parte, la aldea de cuento de Os Teixois posee un valioso conjunto de ingenios hidráulicos (un molino, un mazo, un batán y una rueda de afilar) que funcionan movidos por la energía del arroyo de Las Mestas.

Finalmente, en Esquíos hay un Museo Etnográfico que muestra una importante recopilación (más de un millar de piezas) de objetos antiguos que formaron parte de la vida de la comarca y que nos permite recorrer el paso de la historia sin movernos de la sala. De vuelta a Taramundi, tomamos el desvío hacia Santa Eulalia de Oscos. En este punto hay varios recorridos senderistas de interés, como la Senda Verde de las Carballeiras o el que parte desde el área recreativa de Pumares hasta la bella cascada de la Seimeira del Murias.

Desde allí alcanzamos Villanueva de Oscos, donde se encuentra el antiguo monasterio benedictino de Santa María, Monumento Nacional fundado en el siglo XII por Fray Martín de Vega. Durante el verano se realizan rutas guiadas y aún es posible visitar el claustro y la iglesia, aunque apenas queda huella de su estilo románico. También de interés en el municipio son la parroquia de Santa Eufemia y el Ecomuseo del Pan, centro donde se desvelan los secretos de su proceso de elaboración. La carretera nos conduce ahora hasta San Martín de Oscos, otro de los concejos de la comarca que participa en las Jornadas Gastronómicas Oscos-Eo. Aquí la ternera es protagonista, por lo que es más que una buena idea parar a tomar fuerzas en cualquiera de los restaurantes y probar el Cachopo. Después, y tras disfrutar del plato estrella de la zona, visitamos el palacio de Mon, junto a la boscosa cuenca del río Ahío.

Jóvenes gaiteros ataviados con trajes típicos.
Jóvenes gaiteros ataviados con trajes típicos.

Por el mismo camino llegamos a la casa del Marco, donde se ubica el Museo de la Casa Campesina y cuyo edificio marca la frontera territorial entre San Martín y Grandas de Salime, punto final de la ruta. El segundo domingo de agosto Grandas de Salime celebra un tradicional mercado, el Feirón. Si las fechas no coinciden siempre podemos visitar el castro de Chao de Samartín y el Museo Etnográfico, abiertos independientemente de la época del año.

El sabor

En castellano, la palabra Cachopo significa tronco seco y hueco de un árbol. Nada más lejos de la realidad, porque en Asturias hace referencia a uno de los platos más tradicionales y sabrosos de su gastronomía popular. El proceso de elaboración es muy sencillo y se asemeja al de los San Jacobos. Se cogen dos filetes de ternera, cuanto más grandes mejor, entre los que se pone queso y jamón. Se reboza en pan rallado y huevo y se fríe en abundante aceite de oliva. Es importante que el aceite no esté demasiado caliente para que se haga bien por dentro y el queso esté bien fundido. Para servirlo, se suele acompañar de una guarnición de patatas, pimientos y/o champiñones.

Desde la receta original han surgido muchas variantes y ahora prácticamente se pueden encontrar nuevas versiones de pescado, cerdo y pollo, rellenas de marisco, cecina, setas, pimientos o espárragos. El original es un plato con alto contenido energético, rico en grasas y proteínas, así que hay que tener en cuenta que una sola ración de Cachopo supera la cantidad diaria recomendada de vitamina B12 para un adulto. En cuanto a minerales, el Cachopo aporta fósforo y vitaminas como la niacina. Si se acompaña con verduras, como los pimientos de piquillo, el plato mejora el aporte nutricional a la dieta.

Cachopo asturiano.
Cachopo asturiano.

Más información

Qué comprar

Taramundi es famoso por sus artesanos del hierro o ferreiros, quienes desde el siglo XVIII elaboran todo tipo de herramientas y utensilios, especialmente navajas y cuchillos hechos según la tradición. Por su parte, Grandas de Salime es también un destino ideal para hacerse con algunos manjares. Embutidos, vinos, truchas y mantecadas son los más cotizados.

Tesoro oculto

La senda de las Carballeiras es la excursión perfecta para entrar en contacto con el entorno. El recorrido, de alrededor de una hora, no es guiado pero es muy fácil ya que está muy bien señalizado. El Centro de Interpretación es el punto de partida de la ruta que pasa entre robles, castaños, abedules, pinos y sauces que se mezclan con la arquitectura popular.

Fiestas

En noviembre se celebran las jornadas gastronómicas Oscos-Eo. Desde Castropol hasta los Tres Oscos se celebra una fiesta en torno a los productos de la ría y del interior. La protagonista absoluta es la carne de ternera, elaborada en Cachopo, en guisos, en escalopines o a la brasa, y son varios los restaurantes de Santa Eulalia y San Martín que ofrecen sabrosos menús a precios muy atractivos.

Alojamientos

El Hotel Rural La Rectoral, ubicado en Taramundi, es una tradicional casa del siglo XVIII, típica del occidente asturiano, construida en piedra, madera y con techumbre de pizarra. Sus habitaciones, con galería o terraza, ofrecen vistas espectaculares a la montaña y a la preciosa finca en la que está situada. Por su parte, los cipreses del jardín, la amabilidad en el servicio y el fantástico paisaje que ofrece desde sus ventanales es lo más característico del Hotel Blanco. Este alojamiento sorprende por su modernidad y por un amplio espacio wellness.