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Por los valles del río Pas, cualquier curva es buena para inmortalizar el momento. Foto: José García

Sobao pasiego

Perfecta fusión de vida y paisajes

Actualizado: 13/10/2015

Adentrarse en los valles pasiegos es tocar el corazón cántabro. Esta tierra de carácter rural mantiene intactas costumbres y tradiciones inalterables, como la producción de sus famosos Sobaos. Elaborados con la mantequilla procedente de la región de la Vega de Pas, esta comarca está rodeada de valles verdes que proporcionan los pastos perfectos para las vacas de las que se extrae la leche con la que se preparan estos tiernos bizcochos.

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La ruta

Cuando nos alejamos de Santander y de la costa, aparece ante nuestros ojos la Cantabria más auténtica, la original. Aquella que ha permanecido durante siglos inalterable, con la misma forma de vida y las mismas tradiciones y costumbres de siempre. Siguiendo el curso del río Pisueña desde Sarón, llegamos directamente a Villacarriedo y Selaya, dos de los focos principales de la cultura pasiega. Ambas son poblaciones de bellas casas montañesas y palacios con blasones pertenecientes a viejos linajes.

Un ejemplo de esta arquitectura es el palacio de Soñanes, en Villacarriedo. Esta construcción es una de las joyas arquitectónicas de Cantabria. Levantado a principios del siglo XVIII sobre una torre de 1516, dos de sus cuatro fachadas son de estilo barroco-churrigueresco; y ha sufrido varias remodelaciones hasta ser hoy un hotel-restaurante.

Dejando Villacarriedo, hacemos un alto en Selaya, cuyo principal monumento es el palacio de Donadío. En esta localidad, como en casi todas las de la región, se fabrican los famosos Sobaos pasiegos. En concreto, aquí es donde se encuentra casa El Macho, un negocio familiar que comenzó su andadura en los años 50 con una pequeña taberna-tienda y que actualmente exporta sus Sobaos y Quesadas a toda España.

Vega de Pas es el corazón mismo de los valles pasiegos, con casas de enormes galerías y calles empedradas

Continuando por la carretera comarcal, alcanzaremos San Roque de Riomiera, una de las tres villas pasiegas junto con Vega de Pas y San Pedro del Romeral. En San Roque de Riomiera nos enfrentamos a la sensación de soledad frente a la naturaleza, en un paisaje bucólico, de infinitas praderías coronadas por peñascos, grandes arboledas y verdes vaguadas en las que de vez en cuando veremos alguna solitaria cabaña.

Volviendo a Selaya, serpenteando por el valle y ascendiendo por la montaña, tenemos Vega de Pas. En el ascenso, pero ya en lo alto, pararemos a contemplar los prados donde los pasiegos aún siegan con “dalle” (guadaña). Esta villa es el corazón mismo de los valles pasiegos, con casas de enormes galerías y calles empedradas. Desde aquí los pasiegos subían al monte con sus vacas, practicando la trashumancia y yendo de cabaña en cabaña con el ganado hasta poder regresar a su casa meses más tarde. Para adentrarnos más si cabe en la vida pasiega y conocerla más a fondo podemos visitar, con cita previa, el Museo de las Villas Pasiegas.

Paisaje del valle del Pas.
Paisaje del valle del Pas.

Tras salir de la Vega de Pas subimos el puerto de Estacas de Trueba. Aquí la carretera permite disfrutar de vistas entre altas montañas verdes en verano y blancas en invierno. Muy cerca se encuentra la estación de ferrocarril de Yera y, a unos cientos de metros, el túnel de la Engaña (durante mucho tiempo el túnel más largo de España), que formaba parte del corredor Santander-Mediterráneo, pero que nunca llegó a abrirse al tráfico ferroviario. También desde el túnel se ven prados y pastizales verdes salpicados de flores de todos los colores.

Desde allí merece la pena desviarnos hacia San Pedro del Romeral, la tercera de las villas pasiegas; la plaza, la iglesia y las vistas son admirables y cada año se convierte en punto de peregrinación para los amantes del motor, al ser sede de una de las etapas del Rally de Cantabria. En la misma carretera nos encontramos con Entrambasmestas, Alceda y Ontaneda. Estas dos últimas poblaciones cuentan con una impresionante arquitectura civil de casonas y palacios.

Ontaneda es la capital comercial de los valles pasiegos y, a ambos lados de la carretera que la cruza, se abren rústicas tiendas que ofrecen sus tesoros gastronómicos. También en Ontaneda podemos visitar el parque del mismo nombre para darnos un baño en el río Pas si el tiempo acompaña. Todo el curso del río está repleto de panorámicas de gran belleza. Sus robledales, barrancos, arroyos y cascadas, como la que se encuentra en las proximidades de Borleña, con 20 metros de caída, se suceden en un paisaje estremecedor.

Llegando a Iruz, encontramos un convento; importante conjunto arquitectónico del siglo XVIII, formado por iglesia, sacristía y claustro. El pueblo luce sus casonas de enormes galerías, viejos torreones y algunas construcciones de viviendas indianas de principios del siglo XX.

Tomando dirección Santander, veremos Puente Viesgo, con su famoso hotel balneario. Éste es un lugar perfecto para disfrutar de tranquilas tardes de merienda, senderismo, pesca y rutas en bicicleta a través de la antigua vía del ferrocarril. Nuestra visita por tierras cántabras finaliza en Castañeda, donde es imprescindible visitar su colegiata, una de las joyas del románico cántabro. Muy cerca, se cierra también el curso de dos ríos, el Pas y el Pisueña, que juntos se van a unir al mar Cantábrico tras marcar la vida de tierras, montañas y, sobre todo, del carácter del pueblo pasiego.

El sabor

El Sobao es el producto más característico de los valles pasiegos. Las vacas pasiegas dan una leche de gran calidad que resulta imprescindible para elaborar una buena mantequilla, materia prima del Sobao que impregna el bizcocho de un aroma y sabor genuinos. Este dulce típico de Cantabria tiene un importante valor energético (170 kcal. por una ración media de 40 gramos) y también es elevado en hidratos de carbono y moderado en grasa. Destaca, además, su aporte significativo de vitaminas A y D.

Los Sobaos se elaboran con harina, mantequilla, azúcar, huevos, levadura, una pizca de sal, unos toques de licor y piel rallada de limón. Aunque no siempre ha sido así la receta. El antiguo se cocinaba a base de pan, mantequilla y azúcar, hasta que evolucionó y se le incorporó la ralladura de limón y unas gotas de anís o ron. Finalmente, la receta moderna surge en 1896, cuando se sustituye la masa de pan por harina.

Más información

Productos de la zona

Además de los dulces, el cocido montañés, cocinado a base de alubia blanca, berza y productos del cerdo, es el plato rey. El salmón, la trucha del Pas y el chuletón siempre son una apuesta segura, al igual que el queso y la mantequilla pasiega.

Qué comprar

Cada Semana Santa, los valles pasiegos celebran una feria y un mercado artesanal. En ella, además de los productos gastronómicos, a los que hay que añadir la miel y los huevos, se encuentran objetos elaborados tradicionalmente con madera de avellano, como los cuévanos (cesto que se lleva a la espalda para cargar la hierba o los productos del campo), bastones, rastrillos, bancos y albarcas.

Visita obligada

Las cuevas prehistóricas del Castillo, La Pasiega y Las Monedas, en Puente Viesgo, son Patrimonio de la Humanidad. En la primera se pueden disfrutar de importantes pinturas trabajadas en rojo y negro. Por su parte, la cueva de Las Monedas encierra un bosque de estalactitas. La visita se realiza en compañía de un guía y hay que reservar con antelación.

Fiestas

Selaya celebra el 15 de agosto la Fiesta de la Virgen de Valdeluz, patrona de los pasiegos, con misa y romería, a la que acuden gentes de todos los valles ataviadas con sus trajes típicos montañeses, preparados para bailar las danzas tradicionales. La Vega de Pas celebra su fiesta, en honor a La Señora de la Vega, el 8 de septiembre.

Alojamientos

La Posada de Villaverde tiene dos requisitos que cumple escrupulosamente con todos sus huéspedes: ofrecerles descanso y silencio. El hotel, construido sobre una vieja casona franco-inglesa, se encuentra a 10 minutos del Cenador de Amós, restaurante galardonado con numerosos premios gracias a su excelencia gastronómica. La que fue residencia del primer Marqués de Santillana (1398) es actualmente el Hotel Casa del Marqués, uno de los hospedajes más encantadores de Santillana del Mar. La casa gótica, del siglo XV, mantiene toda la esencia medieval y al tiempo ha sido decorada para que nos sintamos como en casa.