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Qué ver y qué hacer en Osona (Barcelona)

La comarca de Osona en tres planes súper apetecibles

06/12/2023 –

Actualizado: 08/02/2023

Fotografía: Eva Máñez

Su exuberante naturaleza, sus vírgenes parajes, el vasto patrimonio cultural o su singular gastronomía local son solo algunos de los reclamos de la comarca de Osona, situada al norte de Barcelona y a pocos kilómetros de la frontera con Francia. Te proponemos tres planes culturales y gastronómicos para conocer este bello rincón de la geografía catalana.  

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1. Visitar el Monasterio de Santa María de Lluçà

Este edificio religioso de estilo románico, antigua canónica agustiniana, data del siglo XII y está situado a los pies del Castell de Lluçà, actualmente en ruinas, pero al cual se puede hacer una pequeña excursión para divisar toda la zona desde lo alto.

Monasterio Santa María Lluçà

Los orígenes del Monasterio de Santa María de Lluçà datan del siglo XII.

Este monasterio resulta de gran interés puesto que conserva esculturas, frescos y pinturas murales especialmente relevantes como el revestimiento del altar, pintado sobre madera en torno a 1200 y que es una de las obras más significativas del románico catalán.

Monasterio Santa María Lluçà

Diferentes órdenes religiosas han gestionado este espacio desde su construcción.

Esta es una réplica: el original se puede ver en el Museu Episcopal de Vic. De estilo italobizantino, consta del frontal y de los dos laterales, y sorprende por su vivo cromatismo. De los 63 frontales románicos que hay en Cataluña, este es el más importante. Incluso dicen que aquí nació el cubismo y, al mirar con detalle los rostros de la escena de la Visitación de la Virgen María, podemos comprender por qué.

Monasterio Santa María Lluçà

Sus paredes albergan algunos de los mejores frescos y pinturas del románico catalán.

También merecen nuestra atención las pinturas murales que se pueden apreciar debajo del coro y que datan del siglo XIV. Otra peculiaridad es que podemos contemplar representaciones de la vida de San Agustín o, algo aún menos habitual, una escena de Sant Jordi luchando contra un dragón.

Monasterio Santa María Lluçà

El estilo italobizantino es el predominante en las obras del monasterio.

Según vamos recorriendo el itinerario, apreciamos que en cada recoveco del monasterio podemos palpar su historia: vivió un par de centurias de esplendor, pero su decadencia comenzó en 1330, algo que se acrecentó debido a los terremotos que se sucedieron en Cataluña entre los años 1428 y 1448, que destruyeron la nave de la iglesia y el campanario.

Monasterio Santa María Lluçà

La Diputación de Barcelona ha realizado reconstrucciones para devolver el aspecto original al templo.

Fue en 1592 cuando el Papa suprimió las canónicas agustinianas en Cataluña y cuando la de Lluçá se unió a la Casa de la Caritat de Barcelona. Un tiempo después, este monasterio se convirtió en una pequeña parroquia rural. Pero después ha vivido más cambios, ya que en el siglo XVII se convirtió en santuario mariano y en el XVIII se decoró en estilo barroco. Más recientemente, gracias a las reformas acometidas por la Diputación de Barcelona en 1967, la iglesia recuperó su aspecto primigenio, que es el que podemos admirar hoy en día.

Monasterio Santa María Lluçà

Los capiteles del claustro corresponden al estilo empleado por la escuela de escultores de Ripoll.

Y llegamos a uno de los espacios más bellos del monasterio, donde nos quedaremos un buen rato porque aquí tiene lugar nuestro próximo plan: el claustro románico de planta irregular y 22 capiteles historiados originales del siglo XII, que guardan cierto paralelismo con otros monasterios catalanes, ya que pertenecen a la misma escuela de escultores de Ripoll. En ellos podemos apreciar decoraciones vegetales, bestias fantásticas y escenas de capítulos de la Biblia. Donde antiguamente los monjes oraban de manera individual, paseaban o leían… ¡Nosotros viviremos un momento muy gastronómico!

Monasterio Santa María Lluçà

La temática de los capiteles se divide entre decoraciones vegetales, bestias fantásticas y escenas de la Biblia.

2. Gastronomía única en el claustro con David Gomís Solanas

Más conocido como El Sacerdot, este inquieto gastrónomo es el anfitrión perfecto para introducirnos en los productos típicos de la zona. David organiza desde 2015 catas maridaje en lugares con tanto encanto como este cenobio. Además, las personaliza y tematiza en función de las preferencias del grupo. Él las llama bacanales, porque el festín está asegurado.

David Gomís

David Gomís, conocido como 'El Sacerdto' es todo un experto en cuanto a la gastronomía de Osona.

El nuestro comienza con el formatge de Pagès Montreix de la quesería ‘Reixagó’, elaborado con leche cruda de vaca con un mes de curación y que David rellena de trufa negra local un par de días antes. Delicado y cremoso, es el aperitivo perfecto.

David Gomís

El festival comienza con el 'formatge' de Pagès Montreix relleno de trufa.

Los embutidos locales también llenan esta mesa idílica: bull blanc, bull negre con lengua o butifarra de huevo nos hacen descubrir un poco más la tradición cárnica autóctona. En la copa, el vino ecológico Cent Kat Picapoll, de la Denominación de Origen barcelonesa Pla de Bages. Mientras lo catamos, David nos descubre un aceite de oliva virgen extra leridano 100 % arbequina: Oleum Flumen. Y seguimos conociendo vinos como Tretze, un brisado orange wine elaborado por ‘Bodegas Ramón Andreu’ en Tarragona (D.O. Terra Alta).

David Gomís

La variedad y calidad de los embutidos de los alrededores es apabullante.

Tras este generoso piscolabis, llega el plato fuerte: un adictivo sándwich estilo bikini con sobrasada de ‘Cal Rovira’ y miel negra de encina. “Tenemos tantos buenos productos que no hace falta irse muy lejos de aquí”. Tanto es así que todo lo que probamos proviene de cinco kilómetros a la redonda. A estas alturas, David ya nos ha conquistado la mente y el paladar.

David Gomís

Los buenos vinos de Osona son otro de los fetiches de David.

Como colofón, nos sorprende con un vino de edición limitada que no está a la venta: Gonfaus 2018. Es el exclusivo resultado de un proyecto de I+D, que realizó la familia Torres, en el que plantaron únicamente dos hectáreas de esta variedad autóctona con la que está elaborado el vino.

David Gomís

Su trabajo desde ‘Cal Rovira’ permite acercar estas joyas gastronómicas a quienes llegan a la comarca.

Antes de despedirnos de nuestro cicerone, le preguntamos dónde podemos encontrarlo habitualmente. Es fácil: tiene una tienda de vinos y libros ubicada en Prats de Lluçanès llamada ‘Cal Siller’, donde su pareja Nuria Vila, editora de libros, y él divulgan la cultura y la gastronomía con mayúsculas. David, que trabajó en hostelería, actualmente también distribuye vinos a una veintena de restaurantes.

La Primitiva Lluça

La ‘Fonda Restaurante La Primitiva’ es uno de los restaurantes de referencia de Lluçà.

Nuestra siguiente parada está a algo menos de 20 kilómetros, pero antes de irnos de este recóndito hallazgo, nos asomamos a ‘Fonda Restaurante La Primitiva’. Se trata de una casa de comidas muy campestre que está justo enfrente del Monasterio de Santa María de Lluçà. Su cálido comedor nos invita a quedarnos, pero lo anotamos para la próxima. ¡‘Ca La Cinta’ nos espera!

3. Comer en ‘Ca La Cinta’

Este restaurante familiar en Sant Agustí de Lluçanès es un punto estratégico de peregrinación gastronómica en la zona, frecuentado por moteros y jubilados por sus famosos almuerzos, pero también conocido por su deliciosa cocina catalana tradicional “de chup chup”.

Ca la Cinta

Desde los ventanales de 'Ca la Cinta' se tiene una de las mejores panorámicas de Osona.

Tras nuestra mañana cultural y gastronómica, llegamos a esta casa de comidas, que es el lugar idóneo para desconectar del mundanal ruido y paladear lentamente lo que estamos descubriendo en Osona, porque apenas hay cobertura. A través de sus ventanales podrás admirar los prados verdosos que plagan el entorno, así como el ganado que campa a sus anchas por ellos. También contemplarás la peculiar arquitectura de la zona, caracterizada por sus fotogénicas casas de piedra.

Ca la Cinta

El canelón de oca con crema de setas y trufa es una de las estrellas del restaurante.

Allí encontramos a la familia Rovira Camprubí, que desde 2001 cocina la tradición de la comarca para hacer las delicias de sus fiel clientela: llonganissa casera; caracoles guisados; coca de recapte con pera caramelizada, queso de cabra y miel; carpaccio de magret de pato con foie; farcellet de verduras con mermelada de tomate y chips de boniato; tartar de ciervo con trufa o el memorable canelón de oca con crema de setas y trufa.

Ca la Cinta

La familia Rovira Camprubí eleva el nivel gastronómico de Sant Agustí de Lluçanès.

‘Ca La Cinta’ es una oda al territorio y a sus productos, aunque con un enfoque actualizado. Como postres, pide la sopa de maracuyá y helado de coco si quieres algo refrescante. Si eres goloso, el farcellet de praliné de avellana.

Ca la Cinta

En 'Ca la Cinta' se conjugan las recetas tradicionales con un toque personal.

Y hasta aquí nuestro recorrido cultural y gastronómico por esta desconocida comarca catalana que nos ha conquistado en nuestra escapada invernal… y que siempre nos deja con ganas de más. ¡Volveremos!

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