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Asomarse al mirador de la Molatica es la manera más sencilla de asimilar la curiosísima ubicación de Letur. Desde aquí, puede que vengan a la mente esos pueblos de Canarias que se asientan a los pies de un volcán inactivo ya que, técnicamente, esta localidad se ha construido sobre una enorme cascada viva que crece milímetro a milímetro, como si fuera la colada de un volcán, solo que en lugar de hacerse más grande por los aportes de la lava, lo hace con la roca caliza que se halla disuelta en agua.
Cuando el agua se precipita al vacío y se encuentran plantas o musgos adheridos a la roca, hace que estos se calcifiquen y fosilicen, formando así las tobas y travertinos que definen los paisajes de Letur. Estas formaciones rocosas se llevan esculpiendo desde el Mioceno superior, hace siete millones de años, y a día de hoy siguen creciendo, incluso a los pies de las casas colgadas que se asoman osadas a los precipicios.
Un buen ejemplo de estas lo podemos encontrar llegando al mirador por la calle de la Alemana, donde se ubica una de las estampas más famosas de la localidad. A su lado se abren unas vistas fantásticas al valle que nos hacen recordar un texto de las Relaciones topográficas de Felipe II en el que se describe a Letur como un “pueblo fresco y deleitable, alegre y de mucha agua y frescura, de yedras y vidarras y zarzas y otras muchas que no son de fruto”.
Para llegar al mirador de la Molatica hoy tenemos que dar un pequeño rodeo porque todavía hay alguna calle cortada a la espera de asegurar el tránsito. La tesitura puede resultar un poco incómoda, pero perderse por las calles de Letur es una tradición independiente a la coyuntura actual: antes tampoco era fácil ubicarse en este pueblo de entramado endiablado y encantador, que se encuentra sesgado por un barranco cuyo fondo no se alcanza a ver salvo que nos asomemos mucho al mirador.
Todavía hay dudas sobre si merece la pena visitar el pueblo. Es cierto que la parte más afectada, que es justo la del acceso al casco monumental, todavía presenta brechas, pero la mayoría del casco está intacto. Nos lo confirman en la Asociación de Hostelería y Turismo de Albacete, donde nos ayudaron a planear esta escapada en busca de buenas zonas de baño por la Sierra del Segura. “El Charco de las Canales todavía está cerrado, pero podéis bajar al Charco Pataco y ya han arreglado el camino de la Cascada de Letur”, cuenta Silvia Ródenas, encargada de turismo, que nos anima a conocer el pueblo. Desde su asociación, tratan de poner su granito de arena promocionando las visitas.
Efectivamente, al llegar al famoso Charco de las Canales -una de las pozas más famosas de la Sierra del Segura- vemos que sigue cerrada. Toda la ribera ha sido vallada a conciencia para que a nadie se le ocurra bajar a esta mítica zona de baño. Pero nada más dejarlo atrás y cruzar el Arco de las Moreras, casi se te olvida la riada. Esta puerta de entrada al antiguo recinto amurallado es un híbrido entre el monumento natural y la fortificación, un arco de roca sobre el que se apoyaba la antigua muralla, y que nos conduce a la Plaza Mayor.
El casco viejo de Letur, declarado Conjunto Histórico Artístico, conserva su retorcido trazado de época musulmana, pero lo preside la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Este Monumento Nacional destaca por su pórtico plateresco, sin embargo, su punto más fotografiado queda en su parte trasera, en la calle de las Ánimas, donde podemos ver cómo se sustenta sobre roca viva. Aquí, uno de sus contrafuertes se convierte en el Arco de San Antonio, generando una de las estampas más coquetas de esta localidad caracterizada por estos pasos bajo arcos.
Desde la iglesia, caminando por la calle Mayor y girando a la izquierda por Portalicos, encontramos un arco de medio de estilo mudéjar hecho con ladrillos de barro cocido. Podría ser el más antiguo de Letur, anterior a la iglesia, que no se descubrió hasta los años 80; se calcula que hay muchos otros como este por destapar. A su lado hay un grupo de portales adintelados o con arcos que servían de entrada a patios comunales o caballerizas que, a su vez, eran puntos de reunión y vida social en el pueblo.
Con permiso del Arco de las Moreras, el más famoso de los pasos abovedados del casco viejo es el de la Puerta del Sol, cuyo nombre hace referencia a su orientación al mediodía. Se trata de un antiguo acceso al recinto amurallado con dos arcos que, seguramente, han perdido la bóveda de cañón original que los conectaba. Durante la Guerra de Independencia, vio pasar a los soldados franceses invasores; uno de los orgullos locales es que los vecinos, hartos de sus abusos, les plantaron cara heroicamente.
De vuelta al mirador de la Molatica, es fácil adivinar el curso del arroyo de Letur, que serpentea en dirección al cañón del río Segura. Seguirlo a pie, río abajo, es una de las propuestas más populares entre quienes visitan el pueblo, especialmente en verano, ya que pasa por cuevas fresquísimas y pozas como la del Charco Pataco. El destino final suele ser, a unos cuatro kilómetros del casco viejo, la famosa Cascada de Letur o de Pradillos, que de nuevo es una formación tobácea, aunque en este caso de origen artificial. Se formó a partir del salto de agua de una antigua presa de captación para la central eléctrica de los Pradillos, que abastecía a las distintas fábricas y cortijos del municipio, algunas de cuyas ruinas adornan todavía la ribera.
Para llegar a la cascada, saliendo desde el camino de las Eras, habría que bajar aproximadamente un kilómetro y medio hasta el río por una calle hormigonada bastante inclinada. Una buena opción para evitar tener que subirla de regreso, es bajar en coche hasta el río. Una vez en la ribera, regresa la sensación de “zona de conflicto” ya que es evidente que ha tenido que entrar maquinaria pesada para limpiar lo que arrastró la riada. Pero con los chopos dando sombra y la vegetación volviendo a crecer, el paseo sigue siendo encantador y ganará enteros día a día.
Al cabo de unos cuatro kilómetros, el camino alcanza un estrecho que forma el arroyo, así que debe apartarse de la ribera para evitar la garganta. Sin embargo, nosotros nos desviamos hacia la derecha para alcanzar el paraje de la cascada, tras cuya caída encontramos una serie de pozas naturales de lo más pintoresco que pueden ofrecer refresco antes de regresar al pueblo.
“Por fin vamos a tener dónde tomarnos una cerveza”, se escucha a unos chicos jóvenes que pasan junto al ‘Aloha’, un chiringuito situado junto al mirador de la Molatica con unas vistas fascinantes, además de un menú y de un programa cultural que nos quedamos con ganas de degustar. Han tenido que pasar nueve meses para que, con la llegada del verano, los negocios de Letur vuelvan a la vida. Hasta ahora, solo se podía comer en el ‘Castillo de Letur’, el único restaurante que se “atrevió” a abrir en diciembre de 2024, cuando el pueblo seguía patas arriba y pensando en cómo iba a recuperarse.
A los mandos de este negocio está Conchi López Belda, que llegó al pueblo a principios de 2023 después de caer enamorada de sus encantos en una visita turística. Por entonces llevaba 20 años trabajando en la hostelería y, tras su flechazo, comenzó a buscar posibles lugares donde abrir su negocio. Finalmente dio con esta ubicación idílica en la plaza Mayor, en el antiguo teatro del pueblo, cuyo patio de butacas ahora sirve de pintoresco comedor. Antes de la dana, el escenario también acogía actividades culturales que esperan poder retomar pronto.
El ‘Castillo de Letur’ ofrece comida tradicional de la Sierra del Segura. Nos dejamos aconsejar y comenzamos con un atascaburras, que se prepara con patata, bacalao, ajo, huevo y nueces de Nerpio; seguimos con un pisto de verduras frescas con un punto dulce, y terminamos con unas chuletitas a la brasa de cordero segureño. Siempre tienen las brasas listas para dar salida a las carnes, que son una de sus especialidades. “Nuestro público son turistas pero también gente del pueblo, cosa que yo agradezco muchísimo, porque además nos recomiendan”, cuenta Conchi orgullosa. Justo antes de abandonar el local, recuerda un mensaje: “Hay que animar a la gente a que venga, a que no se olviden de Letur”.
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