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“No hay amor más sincero que el que sentimos por lo que comemos. La gastronomía dibuja lo más bello de nuestra vida y nos invita a descubrir países y culturas”. Con este espíritu se celebraron los I Premios de Gastronomía de Madrid en la Real Casa de Correos , unos galardones que “poner en valor la gastronomía madrileña desde el punto de vista cultural, de ocio y de turismo”, en palabras del Presidente de la Academia Madrileña de la Gastronomía D. Luis Suárez de Lezo.
El jefe de ceremonias fue el periodista José Ribagorda, que tuvo que luchar con la complicada acústica del patio de la Real Casa de Correos y que hizo entrega de los reconocimientos a lo más granado de la gastronomía madrileña.
Especialmente emotivas fueron las entregas de tres premios honoríficos concedidos a Iñaki Oyarbide, que recogió su viuda; a Fernando del Diego, que recogieron sus hijos y a Godofredo Chicharro de Casa Ciriaco que recogió su sobrino. Con el abrazo en la entrega del premio al Cocinero revelación, que recayó en Hugo Muñoz de Kabutokaji queda patente el buen ambiente que se respiró en los premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid.
Ya en el photocall de la entrada se congregaban los galardonados, junto a conocidos de la sociedad madrileña, algún famoso de las artes o empresarios como Hugo Rovira de los hoteles NH que posó con Abel Valverde, jefe de Sala de Sant Celonique fue uno de los distinguidos con estos premios.
La entrega de los galardones dio paso a una fiesta donde asistentes, periodistas y reporteros gráficos, productores y cocineros como Roberto Ruiz de Punto MX, ganador del Premio a la Cocina Extranjera, conversaron con sus compañeros de profesión, en una tertulia distendida que se prorrogó hasta pasadas las once de la noche.
Mientras tanto, las bandejas de aperitivos no dejaban de salir de la cocina: se sirvió un abundantísimo menú informal preparado por el Mentidero de la Villa, basado en platos madrileños donde no faltaron los míticos callos a la madrileña, pepitoria de pollo de corral, merluza rebozada con alioli suave de Chinchón, rollitos de morcilla con salsa de miel o croquetas de cocido madrileño. También hubo buen jamón de la mano de Joselito.
El continuo servicio de bebidas y picoteo animaron la fiesta posterior que se extendió más de las 11 de la noche sin que hubiera aglomeraciones, persecuciones a los camareros a la caza del bocado ni otras escenas habituales en este tipo de saraos, brillando con luz propia la propuesta del Mentidero en cantidad y calidad.
El Patio de la Real Sala de Correos estuvo muy concurrido. Entre brindis y picoteo, ganadores y finalistas charlaban con políticos, periodistas y productores, celebrando los premios, deseando suerte para años sucesivos, y confiando en que estos nuevos premios se consoliden en la tradición gastronómica de la Comunidad de Madrid.