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En la cocina clásica siempre existieron caldos blancos, casi incoloros, y caldos dorados que, en el caso de los muy reducidos pueden alcanzar tonos cobrizos. Los primeros siguen siendo imprescindibles hoy para las salsas blancas clásicas, las veloutés y todas las de su familia. Los dorados, esenciales para las salsas oscuras, quizá las más espectaculares y preferidas de la cocina actual. Los huesos de ternera, de cerdo o de aves, siempre con sus ternillas, tendones, ligamentos y tejidos blancos que los rodean son la base para la elaboración de caldos blancos, pues casi no añaden color. Durante el calentamiento por cocción de los tejidos óseos y tendones animales ―como asimismo de los musculares― los colágenos, proteínas insolubles en agua a temperatura ambiente, se transforman en otras solubles en agua, las gelatinas, que dan la consistencia que llamamos gelatinosa a los caldos cuando se enfrían, tan deseada en un fondo de calidad.
Además de para elaboración de salsas, los caldos blancos de huesos de ave, en primer lugar, y de ternera lechal, en segundo lugar, se consideraron hasta principios del siglo XX fundamentales para la alimentación de las personas delicadas, enfermos y madres recientes como más fáciles de digerir, lo que no es cierto del todo, es más bien legendario. De los caldos de huesos de cerdo no se solía hablar, curioso, ni se habla mucho ahora, cuando son de extraordinaria calidad. Los de ternera, eran los más económicos hasta mediados del siglo XX, por ser más baratos que los caldos de huesos de ave. Parece increíble pero es verdad.
INGREDIENTES PARA 1 LITRO
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 20 minutos
TIEMPO DE COCCIÓN: 5 horas, 45 minutos en olla rápida a presión mínima
ELABORACIÓN DEL CALDO DE HUESOS DE RES O TERNERA
Lavar los huesos, limpiar y pelar las verduras, excepto el diente de ajo. Poner los huesos en un barreño o recipiente grande y calentar una olla grande con agua hirviendo. Verter el agua ya hirviente sobre los huesos y dejarlos 1-2 minutos. Luego sacar, lavar al chorro de agua fría. Llenar la olla para hacer el caldo con 3 litros de agua fría, poner sobre fuego vivo e introducir los huesos. Habrá que añadir agua en el caso de que se evapore con rapidez, lo que depende del diámetro del utensilio elegido con respecto a su altura. En una cazuela de boca muy ancha, habrá que empezar con más agua, por muy grande que sea, pues la evaporación será más intensa que en una olla de boca estrecha.
Cuando rompa el hervor, si aún suben espumas a la superficie, retirarlas con un colador pequeño de paso fino. Meter entonces en la olla las verduras y la pimienta negra. Cuando vuelva a romper el hervor, espumar por última vez, bajar el fuego al mínimo, destapada la olla o mal tapada, y dejar en cocción muy lenta, apenas perceptible durante por lo menos 3-4 horas y mejor 5 si hay huesos muy grandes. Con un cacillo sacar el caldo de la parte superior, sin revolver mucho, y verterlo en un colador con una gasa mojada y bien escurrida para que caiga en otro recipiente limpio. El fondo del caldo, que estará más turbio, bien filtrado sirve para sopas bien ricas pero menos exigentes en este sentido.
INGREDIENTES PARA 1 LITRO
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 20 minutos
TIEMPO DE COCCIÓN: 2 horas
ELABORACIÓN DEL CALDO DE HUESOS DE AVE
Es importante elegir aves de corral, de cría ecológica u orgánica, desde gallinas, pulardas a pintadas o pollos o capones, no pavos, que dan un sabor muy determinado. En este caso se hace con alitas de ave, que tienen algo de carne, poca, y son fundamentales para obtener un caldo consistente y sabroso. El procedimiento es el mismo descrito en el caldo de huesos de ternera, escaldado de las carcasas y alitas, troceadas antes para que luego quepan en la olla. La cantidad de agua puede ser un poco menor.
INGREDIENTES PARA 1 LITRO
TIEMPO DE PREPARACIÓN: 20 minutos
TIEMPO DE COCCIÓN: 3-4 horas
Seguir las instrucciones de los otros dos caldos anteriores. El caldo de cerdo, muy blanco, pero que se puede hacer también dorado y oscuro con los procedimientos explicados más arriba, es extraordinario para elaborar salsas y excelente para las de platos de caza.
En cuanto a los ingredientes de los caldos, se pueden hacer con los huesos como únicos componentes, o añadir las verduras clásicas de estos preparados, que recomiendo, pues añaden sus sales minerales y aromas agradables. Algunas personas añaden incluso un ramito aromático, 1 hoja de puerro o de laurel que envuelven ramitas de tomillo, orégano y romero, todo atado en un paquete. No me parece imprescindible, pues condiciona mucho los aromas del caldo así perfumado.
Cuando se quiere que estos caldos de huesos tengan color dorado en lugar de muy claro, los huesos se doran en el horno con el grill encendido después de lavados y escaldados en agua hirviente. A mí me parece fundamental para este propósito de dar color al caldo dorar la media cebolla, acostada por el corte central, en una sartén, sin ninguna grasa, a fuego muy suave hasta que adquiere un color dorado oscuro, no negro. No es aconsejable en ningún caso añadir caramelo hecho con azúcar para dar color, mucho menos si se van a utilizar los caldos para hacer arroz. El azúcar, quemada o no, entorpece la cocción del grano de arroz.
Una vez filtrados los caldos se deben desgrasar, paso inexcusable, aún calientes con un desgrasador o dejar enfriar y desgrasar retirando la capa sólida de grasa que habrá subido a la superficie del líquido. Yo no suelo añadir sal a mis caldos, porque la adiciono una vez alcanzado el grado de reducción que me hace falta.
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