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Biu de Sort

Vinos frescos ideales para el verano

Brinda por un nuevo verano

Actualizado: 25/06/2020

A mediados de marzo, nadie se hubiera atrevido a asegurar que el verano llegaría con total puntualidad. Pero aquí está. Las botellas de vino que vienen a continuación son perfectas para un –literal– brindis al sol. Son fáciles de beber, con más o menos grado alcohólico, pero frescas. Yo creo que todos nos merecemos, por lo menos, una copa para celebrar el que quizá sea el verano más esperado de nuestras vidas desde aquel que antecedió a primero de Universidad, o a primero de lo que sea.

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Empezamos por los tintos. Este Biu de Sort 2018 es una pinot noir cultivada en el Pirineo Catalán, a más de 800 metros sobre el nivel del mar. La fermentación en depósitos de inox saca lo mejor de la variedad: pura fruta, flores y acidez. Tiene un precioso color violáceo y puede acompañar un menú largo y variado. Es estimulante, como darse un chapuzón en las heladas aguas de un lago de montaña, y poco alcohólico (12 %).

Habla 21, un tinto cacereño que hay que probar este verano. Foto: Habla 21
Habla 21, un tinto cacereño que hay que probar este verano. Foto: Habla 21.

La última creación de 'Bodegas Habla' es un ensamblaje de cabernet sauvignon, cabernet Franc, malbec y petit verdot; vides cultivadas en suelos de pizarra extremadamente secos. Habla nº 21 es un tinto cacereño con un 14 % de volumen alcohólico, pero tan bien integrado que nadie lo diría. Unos taninos suavísimos, domesticados 12 meses en roble, y sus toques herbáceos y balsámicos ayudan a maquillar su potencia. Hablando de maquillaje: la botella es preciosa.

En Roales del Campo (Valladolid), llevan más de 500 años vinificando en cuevas. Es el caso de este Belote Tinto, un vino monovarietal de Prieto Picudo, variedad algo denostada y muy usada en rosados. Este tinto fermenta de forma espontánea en depósitos de cemento y se cría en roble durante un año. Su 14,5 % de volumen no esconde la fruta y las notas de hinojo y hierbas del campo.

Las bodegas Batlliu de Sort están en Lleida. Un pedazo de Pirineo en una botella de vino. Foto: Batlliu de Sort
Las bodegas Batlliu de Sort están en Lleida. Un pedazo de Pirineo en una botella de vino. Foto: Batlliu de Sort

El último tinto es, para mí, el Mediterráneo embotellado. Las Quebradas es un Monastrell elaborado en Alicante por Enrique Mendoza con las cepas más viejas de su finca. Es denso, profundo y, sin embargo, tiene un frescor inusitado. Aquí los 14 grados alcohólicos sí se perciben. Pero están tan bien puestos que se podría beber un 14 de agosto a 41 grados centígrados.

El océano Atlántico hecho vino. Foto: Daterra Viticultores.
El océano Atlántico hecho vino. Foto: Daterra Viticultores.

Y si el último tinto es el Mediterráneo, el primer blanco de esta selección podría representar el océano Atlántico. Laura Lorenzo trabaja en un viñedo con fuerte pendiente y calles muy estrechas en el límite sur de Ribeira Sacra. Este Daterra Portela do Vento Blanco es un ensamblaje de godello, palomino, Doña Blanca y otras uvas, fruto de viticultura biodinámica. Se cría 11 meses en ánforas y depósitos de inox. Sabe a fruta blanca, almendras, pasto y tiene una rica acidez mineral. Es un vino fresquísimo con un 12,5 de volumen alcohólico.

Los vinos de Daterra proceden de la viticultura biodinámica. Foto: Daterra Viticultores.
Los vinos de Daterra proceden de la viticultura biodinámica. Foto: Daterra Viticultores.

En el vallisoletano pueblo de La Seca, en plena zona de Rueda, Beatriz Herranz y Félix Crespo elaboran uno de los mejores verdejos que existe. Se llama Barco del Corneta –como la bodega– y no verdejea en absoluto. Esta maravilla fermenta en barricas de forma espontánea para criarse después con sus lías durante ocho meses. Defraudará a quien busque los típicos sabores tropicales que el mercado ha impuesto a esta uva. En cambio, entusiasmará a quien busque un vino blanco fresco y untuoso al mismo tiempo, con marcados aromas de frutas blancas y levaduras y una salinidad muy sabrosa. Todo con un 13 % de volumen.

En el vallisoletano pueblo de La Seca, Beatriz Herranz y Félix Crespo elaboran uno de los mejores verdejos que existe. Foto: Barco del Corneta.
En el vallisoletano pueblo de La Seca, Beatriz Herranz y Félix Crespo elaboran uno de los mejores verdejos que existe. Foto: Barco del Corneta.

La comarca de la Terra Alta es a Cataluña lo que el salvaje Far West fue para Norteamérica. Una tierra agreste, de secano, de la que muchos sabemos muy poco. El Moviment Ancestral es un espumoso de Morenillo elaborado en la bodega Barbara Forés por Pili Sanmartín, sexta generación de esta familia viñadora, y representa todo lo contrario a la imagen anterior. Es un vino muy bebible, muy rosado, muy amable. Fermenta en inox y reposa con sus lías durante seis meses. Sabe a fruta y levadura y se bebe rápido, tiene apenas 11,5 grados. Un vino para no cansarse.

En el 'Celler de les Aus' de Alella (Barcelona), Mireia Pujol-Busquets elabora vinos naturales que son un fiel reflejo de su territorio. Este Bruant es un cava austero, salino y con notas de fruta blanca y frutos secos. Tiene un 12 % de volumen, se elabora con Pansa Blanca (Xarel·lo) y es la mejor fotografía de una comarca de suaves colinas arenosas que caen sobre el mar: puro verano.

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