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Posada de Valdeón, León
Sobre siete rocas se yergue el rebeco de bronce del Mirador del Tombo. Apenas se digna a volver sus ojos sobre los macizos a los que se asoma. Al fin y al cabo, un rey no mira directamente a los ojos de sus súbditos, en este caso, los Picos de Europa. Más de 50 años han pasado desde la inauguración de esta atalaya y miles de personas han disfrutado de la espectacular imagen del valle del Valdeón. A pesar de encontrarse a apenas un kilómetro de la aldea de Cordiñanes, yendo desde Posada de Valdeón, nos sentimos solos en el fin del mundo. El panorama que abarca el Tombo es extensísimo, abrumador. El verde de la vegetación es tan intenso que casi duele y la escarpadísima silueta del macizo central cantábrico parece rasgar el aire, incluso en los día más nublados, que no son pocos. La rosa de los vientos que acompaña al rebeco en el mirador nos indicará el camino a seguir, dependiendo de cuál de todas las poblaciones del valle decidamos visitar a continuación.
/age__01DSC7967.jpg.transform/rp-rendition-lg/image.jpg "La pasión que se convirtió en obsesión")
