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Las lagunas de Ruidera, un oasis en la estepa manchega

Villahermosa, Ciudad Real

Con 30 kilómetros de vida, al recién nacido río Guadiana ya le llaman el viejo. También el alto. Este tramo, ya entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, presenta su primera singularidad: las lagunas de Ruidera, para muchos, otro nuevo nacimiento de este río de cabecera múltiple. Declaradas sitio de Interés Público en 1933, y actualmente Parque Natural, fue el primer espacio protegido de lo que es hoy Castilla-La Mancha.

Quince son las lagunas que, unidas entre sí, forman un verdadero oasis en la estepa manchega. Sus aguas nos sorprenden con una paleta de colores azules, aguamarinas y verdes, dependiendo de la intensidad de la luz y la hora del día. Entre la primera, la Blanca, donde vierte el río Pinilla, y la última, la Cenagosa, un rosario de lagunas de 25 kilómetros de longitud que se unen entre sí por arroyos, torrenteras y cascadas.

Por su formación, es uno de los humedales más importantes de la Península Ibérica, con una importante comunidad de aves acuáticas, por lo que fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves. La vegetación que se desarrolla en el entorno es de gran diversidad, lo que hace que el paisaje sea aún más bello: en las laderas y cimas, la encina junto a la sabina albar; a las laderas de las lagunas y en el fondo de los valles, el álamo blanco y el olmo; y en las orillas lo que se puede apreciar son carrizos, juncos, espadañales, y masiegas. 

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