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A Gulpiyuri hay que llegar con una mezcla de pasión de geólogo y ansias de veraneante. El más sorprendente accidente natural de la costa asturiana es un mínimo arenal escondido en mitad de un prado. Vecina de la también hermosa playa de San Antolín, en el oriente astur, para alcanzar esta playita hay que caminar ante viejos muros cubiertos de yedra, atravesar herbazales y pasar junto a cultivos. Al final se alcanza el borde del socavón tapizado por el mínimo arenal acolchado al pie de una carcomida pared caliza.
Más que playa podría decirse que Gulpiyuri es una bañera, pues apenas mide 40 metros; su anchura depende de las mareas, pero siempre son mínimas. Frente a la arena, el muro de piedra muestra la fuerza del mar: agujeros, grietas y rocas de todos los tamaños esparcidas por el agua. En mitad de la roca se abre uno de los característicos bufones de esta parte de la costa. Agujeros cuyo nombre señala el ruido que hace el oleaje al meterse a presión por ellos.
playa de gulpiyuri