El Volatín y la bajada del Ángel

Tudela, Navarra

Son las diez de la mañana del sábado de Semana Santa. Nos encontramos en la plaza más bulliciosa de Tudela, la plaza de los Fueros, más concurrida si cabe de lo que es habitual. Cuando nos preguntamos cuál es el motivo de tanta aglomeración, en el balcón del ayuntamiento aparece un muñeco articulado de madera. Los tudelanos prorrumpen en aplausos. Una señora, con el rostro henchido de orgullo nos informa que es “El Volatín”. De formas casi grotescas, el muñeco porta un puro en la boca. Casi sin tiempo para comentar este hecho, el puro (un gran petardo) estalla y la figura, en rápidos giros, pierde sus vestimentas que son recogidas con alborozo por el gentío que llena la plaza. Ha dado comienzo una de las escenas claves de la Semana Santa tudelana. Nos tocan en el hombro. Nuestra vecina de emplazamiento nos vuelve a informar que, al día siguiente, Domingo de Resurrección, hay que volver a la plaza de los Fueros, esta vez a las nueve de la mañana. No falte, me dice, merece la pena. A las nueve de la mañana del domingo de Pascua un niño vestido de ángel desciende desde un templete y sobrevuela sobre nuestras cabezas hacia la imagen de una Virgen. No se le ve la cara, que cubre con un velo en señal de duelo por la muerte de su hijo. El niño-ángel le retira el velo, su hijo ha resucitado. Es la “Bajada del Ángel”.

Estas dos escenas, declaradas fiestas de interés turístico nacional, son las más representativas de la Semana Santa de Tudela, y se celebran desde la época medieval. El Volatín asemeja la muerte de Judas Iscariote tras la traición a Jesús y se celebra el Sábado Santo. El Domingo de Resurrección comienza con el “Desfile de Alabarderos” que recorren las calles de Tudela hasta llegar a la plaza de los Fueros, donde custodian la imagen de la Virgen y esperan, junto a miles de vecinos la “Bajada del Ángel". Aquí se representa la bajada del cielo del arcángel Gabriel para anunciar la resurreción de Jesús a su madre.