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Abla

Sorpresa morisca

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Si nos hemos incorporado por la salida 336 de la autovía A-92 y no tenemos plan para pasar el día, la propuesta es descubrir en 24 horas el municipio de Abla. Antes de llegar a la población, podemos hacer un recorrido en coche por las estribaciones de Sierra Nevada, ya que la localidad es la puerta de entrada a la Alpujarra almeriense. Recorreremos la tortuosa carretera que se fusiona con las montañas en dirección al Morrón del Peral para ir comprobando cómo se eleva el territorio. A continuación, la sugerencia es pasear por la ribera del río Nacimiento. A estas horas, se acerca el almuerzo. Para saciar nuestro apetito, es recomendable degustar en algún restaurante el típico "pimentón con pescado". De repente, dan las cinco de la tarde. Tras un merecido descanso, nos proponemos descubrir su casco histórico. Empezamos por la ermita de San Sebastián para, más tarde, tomar la calle Real que será nuestra guía y compañera de viaje. Durante el camino, nos detendremos en la encalada plaza y, tras atravesar el arco del Ayuntamiento, veremos desplegar sus encantos a la iglesia parroquial de la Asunción. Muy recomendable es admirar el trazado morisco de las calles aledañas y acabar en la ermita de San Antón. Si hay tiempo, el legado romano nos espera en el mausoleo. Antes de abandonar Abla, si es 16 o 19 de enero, tendremos un fin de fiesta excepcional. Las Lumbres llenan de hogueras las calles de una villa que se alumbra a sí misma durante la noche. Al partir, descubrimos que el municipio de Abla es la viva voz de las montañas.

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