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Ajofrín

Mudéjar en la llanura toledana

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En su madeja urbana de hechuras modestas (calles abigarradas, casas bajas y sencillas) no parece esconderse el patrimonio monumental que, en realidad, sí encontramos en Ajofrín. En una llanura al norte de los Montes de Toledo, los edificios de este pueblo enseñan una historia que se remonta al siglo XII, cuando fue levantada la cárcel visigoda que hoy muestra cuatro imponentes muros ciegos y otros tantos torreones macizos, con los grilletes de los presos aún visibles en las paredes.

Pero un paseo por la localidad, de extenso y serpenteante casco histórico, deja el sabor de los siglos XVI y XVII. Del primero es la iglesia parroquial de Santa María Magdalena (de estilo gótico con transición al Renacimiento, con una impactante torre mudéjar); del XVII son el convento de la Descensión de la Virgen, la fuente de San Ildefonso (en la plaza de la Constitución) y la ermita de San Andrés.

Pero Ajofrín aún guarda más puntos de interés, como las ermitas de Alimán y de los Cuatro Caños, el rollo de justicia (en la calle Real), la fuente del Caño Viejo, el Palacio Casa Grande, el Hospital de San Diego, el museo dedicado al músico Jacinto Guerrero (y su casa, no visitable) o, ya en las afueras, las norias del camino de los Obreros.

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