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Arbeca

Ambiente medieval en la cuna del mejor aceite

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Es este uno de los baluartes del preciado aceite de oliva de les Garrigues. No en vano, la perla de esta industria agroalimentaria es la oliva arbequina, introducida por el duque de Medinacelli, señor de Arbeca, durante el siglo XVIII. El pueblo dedica su presente y futuro al cultivo de cereales, almendros y, claro, el olivo. La extracción manual de las pequeñas y brillantes olivas negras es aún una ceremonia social que se prodiga ahora también como recurso turístico.

El pueblo se extiende a los pies de una loma coronada por los restos del castillo, que las crónicas del siglo XVI describen como un poderoso edificio. Las calles estrechas del casco antiguo conducen sinuosamente hacia sus restos así como las plazas Mayor y de la iglesia de Sant Jaume, consagrada en 1686. Bajo sus pórticos se respira el auténtico ambiente medieval del conjunto.

Conviene no abandonar Arbeca sin degustar las populares Orelletes, un postre de pasta fina que los vecinos elaboran religiosamente cada 15 de agosto durante la fiesta patrona

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