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Castillo de la Soala de Casterás

Bossòst, Lleida/Lérida

En una bucólica villa de cuento de hadas no podía faltar el castillo. Aunque ya apenas queda nada de él, el tiempo se lo ha ido comiendo junto a sus piedras que ahora forman un espectral conjunto de historia, un bien de interés cultural. Las ruinas se suben a un singular peñasco con una ruta que domina la población. Por encima están los restos del castillo, pétreo y vigilante de todo el Valle de Arana. En este cementerio de piedras se intuye el pasado de una enorme fortaleza, un punto estratégico que controlaba el paso de los enemigos. Singular enclave para senderistas que quieran alucinar con la naturaleza pirenaica, desde aquí, desde los riscos caídos, las vistas son inmejorables. Y las leyendas se escuchan en el aire. En este se pueden ver esparcidas siete enigmáticas capillas esparcidas por la villa y que, según la tradición, protegen esta población. Fueron los tiempos de la peste, en los que un pastor trasladaba a un ermitaño el miedo de la población por el contagio de la enfermedad. Un total de siete ermitas serían la salvaguarda de caer enfermo. Como todas las leyendas guarda su parte de misterio y de verdad. Una que desde Soala de Casterás se puede comprobar, en los que además del castillo se postran a los pies los restos de la capilla más antigua, a la entrada de la Cueva de Bossòst. Un enclave fantástico en el que nada se sujeta a la realidad, un lugar de ficción donde naturaleza y las piedras se unen para escuchar las historias que mece el frío viento norteño.

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