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Bareyo

En el extremo septentrional de Cantabria

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El punto más septentrional de Cantabria se encuentra en Bareyo, en el imponente Cabo de Ajo, que da nombre a la capital del municipio y a la ría que desemboca junto al vecino Arnuero en unos arenales de gran valor ecológico. Desde los acantilados de más de 130 metros hasta las playas de Antuerta y Cuberris, pasando por el enclave que se abre al mar conocido como 'La Ojerada', la costa conserva cierto sabor salvaje, ajena a la humanización del entorno que sí vive el pueblo. Por ello, para regresar a la naturaleza, hay que adentrarse en el Valle de Güemes, a 1,7 kilómetros de Ajo, y disfrutar de sus verdes prados y arroyos, sobre todo en primavera, e incluso ascender a alguna de sus colinas para contemplar el Cantábrico.

Si Bareyo puede presumir de un trato cuidadoso a su entorno, también puede decirse lo mismo de su patrimonio. Conmueve la iglesia románica de Santa María, en el pueblo que da nombre al municipio, uno de los mejores ejemplares de este estilo arquitectónico en la costa cantábrica. Y en cuanto a la arquitectura civil, aquí destacan las poblaciones Ajo y Güemes, con la Casa solariega de Cubillas, construida en torno a 1562; la Casa de Vélez Hontanilla, de finales del XVI, con una capilla del XVII; la Casa del Inquisidor Pedro de Camino, del barrio del Carre, de principios del XVII; la Casa de Villanueva, de finales del XVII, o la Casa de Cuesta y la Casa de García Sainz de Camino, ambas del XVII. De 1927 data el imponente Palacio de Güemes, de inspiración regionalista. Fieles reflejos todos estos edificios de la condición hidalga de tantos vecinos de Bareyo.

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