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Beariz

La vida que vuelve cada verano

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Las persianas y contraventanas que permanecieron todo el invierno cerradas vuelven a abrirse cuando llega el verano a Beariz. Lo mismo que su vecino municipio de Avión, este ayuntamiento ourensano con más hijos emigrados que en la propia tierra va encadenando fiestas de junio a septiembre y alcanza su apogeo, triplicando su población, en la primera quincena de agosto. La Asunción (el 15 de agosto) y Santo Domingo (el 4, en la parroquia de Xirazga) son las celebraciones más importantes y atraen a muchas familias que marcharon a México –buena parte para dedicarse al sector del mueble– y a otros lugares hace ya muchas décadas. Ellos y sus herederos siguen estrechamente unidos al paisaje montañoso de sus antepasados, a las pequeñas iglesias de sus aldeas, a las eras rodeadas de hórreos, a los paseos a la sombra de los bosques de ribera y a las leyendas de tesoros y moros escondidos en las entrañas de unos enterramientos megalíticos llenos de encanto y misterio.

Estos enterramientos prehistóricos, las mámoas, se encuentran casi siempre profanados. Han perdido la gran losa que conformaba la cubierta por todas esas personas que, siguiendo el runrún del mito del tesoro, en algún momento buscaron expoliar las tumbas. Las mámoas más importantes y de mayor tamaño están en el Val do Lodeiro, pero también se conservan en Alvite y en Santo Domingo.

Además, dentro también de su patrimonio cultural, Beariz conserva varios conjuntos de hórreos como los de O Quinteiro y Muradás, y merece ser destacado el Cruceiro de Xirazga, obra del maestro cantero y escultor Xosé Cerviño en 1896, pleno de simbología.

En Beariz hay varias rutas interesantes, como la de casi 12,8 kilómetros que pasa por la aldea rehabilitada de Alvite, rodeada de umbrías carballeiras. Más corto (8 kilómetros) es el itinerario de Garfián, con buenas panorámicas del centro y el sur del municipio, un recorrido por yacimientos megalíticos y aldeas y una visita al área recreativa de Barcia.

Otra de las sendas tiene como protagonista el monte más emblemático del ayuntamiento, el Marcofán, visible desde casi todas partes, ligado desde antiguo a la minería y la cantería. Es la ruta de Magros, de unos 14 kilómetros, que lleva el nombre de la aldea en la que tradicionalmente se concentraban mineros, tejedoras de lino y artesanos de otros oficios.

Pero el itinerario más largo, casi 17 kilómetros sin demasiadas dificultades y adecuado también para las bicicletas de montaña, como las otras rutas de Beariz, es el de Xirazga. Nuevamente, aquí aguardan vistas panorámicas de esos valles orientados al sur que han trazado en el paisaje los riachuelos, bosques autóctonos, aldeas y muchas lecciones de etnografía para descubrir cómo vivían las gentes de Beariz antes de verse empujadas a hacer la maleta y buscar fortuna en la emigración.

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