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Berrocalejo

Tesoro ornitológico con un puente romano sumergido

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Un puente romano que descansa bajo las aguas del Tajo y que solo aparece cuando baja el nivel del río en verano. Es lo que puede admirar el viajero en Berrocalejo durante los meses estivales. Se trata del imponente Puente del Conde, de más de cien metros de longitud, el monumento más importante –y decididamente, mágico– de este Berrocalejo que es, además, parada obligatoria para los amantes de la contemplación de las aves. Aquí se dejan ver avefrías en invierno, alcaravanes y gangas en primavera y verano y enormes bandadas de cormoranes o ansares en las aguas del cercano Pantano de Valdecañas. Por si fuera poco, sobre las aguas del Tajo también sobrevuelan garzas, buitres negros y leonados e incluso algún milano.

Dentro de este pueblo cacereño, el protagonismo recae sobre la Iglesia Parroquial de la Virgen de los Remedios, construida entre los siglos XV y XVI. También es destacable la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, pequeño templo barroco datado a finales del siglo XVIII. En las cercanías, la Atalaya de Peñaflor es una de las pocas que se conservan en la orilla derecha del río Tajo.

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